PARED, del lat. PARէES, -ĔTIS, íd.

1.ª doc.: parete, doc. de 1043; pared, íd. 1203 (Oelschl.).

De uso general en todas las épocas y común a todos los romances salvo el sardo. En latín era masculino, pero todos los romances (excepto el rumano y algún dialecto italiano) le cambiaron el género. Para el cambio de parĭĕtem en parte en latín vulgar, vid. Tallgren, Mém. de la Soc. Néophil. de Helsingfors VII, 243-58; M-L., Einf., 137. Ya Virgilio y otros poetas clásicos miden parjetem como trisílabo, aunque una acentuación pariétem no puede documentarse a base del verso de Plauto, según se había dicho, vid. Lindsay, ALLG VII, 596-7. Modernamente está muy extendida en Andalucía y en América (así Colombia como la Arg., etc.) la metátesis vulgar pader (Cuervo, Ap.7, p. 598; BDHA III, 85); de ahí un diminutivo padercita, arg. El ast. paréa ‘cuesta escarpada de un monte’ (Vigón) parece resultar de un metaplasmo pareda.

DERIV.

Paredaño ‘aledaño’ [1604, G. de Alfarache, Cl. C. V, 100. 4; hoy usual en el Norte argentino: F. Burgos, La Prensa, 5-XI-1944, 18-HI-1945]; influyó en ALEDAÑO (V.). Paredón. Pardina arag. ‘casa aislada en la montaña’, primitivamente ‘casa ruinosa’ [doc. de 1091, Oelschl.; el diminutivo Pardinella ya en 943, M. P., Oríg., 59]1, del lat. PARIETզNAE ‘paredes ruinosas, ruinas’2; del mismo origen es el gasc. Piren. pardía ‘ruinas de un edificio’ (BhZRPh. LXXXV, § 209), el pallarés y NL cat. pardina íd. (BDC XXIII, 301), que conservan todavía el sentido propio, así como el derivado gall. pardiñeiro «casar o casa vieja en el campo, arruinada casi del todo y abandonada» («heredade... con seus paradineiros e fruiteiros» Pontevedra a. 1344, Sarm. CaG. 87r), en otras partes pardeiro (RL VII, 222), que resulta de la contracción del port. pardieiro [paredenario y paridinario en b. lat. portugués, CortesƟo]3. Emparedado [Berceo]4 y emparedar [1570, C. de las Casas; 1613, Cervantes, Nov.: Cuervo, Bol. C. y C. III, 280-1]. Cultismos: parietal; parietaria (variante pali(e)taria en Méj., Guat. y Colomb.: Cuervo, Obr. Inéd., 230).

1 La variante Bardina, que sale repetidamente en doc. arag. de 1024, no es ej. de un cambio fonético de P- en b- (M. P., Oríg., 329), cambio absolutamente inusitado, sino debido al influjo del sinónimo borda. Hoy se dice bardina en Aineto (RLiR XI, 206) y Kuhn define pardina justamente como ‘monte con las bordas’. También cabría un influjo mozárabe, puesto que Bartínaš está documentado como localidad del Ajarafe de Sevilla h. 1100 (Asín, Glos. Mozár., p. xxxv).―

2 «Parietinas dicimus quasi parietum ruinas; sunt enim parietes stantes sine tecto, sine habitantibus», S. Isidoro, Etym. XV, viii, 3; «quid me ista res consolatur in tantis tenebris et quasi parietinis reipublicae?» Cicerón, Fam. IV, 3; más ejs. en Forcellini; «desertinis: parietinis» CGL V, 356.23, 405.28. No tiene fundamento filológico la medición parietĭnae que indican los diccionarios latinos y rechaza el romance.―

3 Aunque se había dicho repetidamente que estas palabras romances derivan de PRATUM, poco adecuado fonética y semánticamente (así Acad.; Grammont, MSL XIII, 73ss.; Kuhn, l. c.) ya en 1929 indiqué la etimología PARIETINAE, a la cual se han adherido después con buenas razones Krüger (VKR VIII, 350-1) y el propio Kuhn (ZRPh. LV, 605); después he visto que ya Leite de V. lo había indicado en RL VII, 70-72. Más o menos petrificado en la toponimia este vocablo se halla todavía en otras partes: así en el Paradinas de Salamanca [fin del S. XIV, copista del ms. S de J. Ruiz], o en los Pradines del Aude (Pardinis en 1148, 1151, 1157, 1185; vid. Sabarthès, s. n.). Estas variantes se deben a anaptixis o trasposiciones, favorecidas por el influjo de prado o de parada.―

4 Una urraka imparetata en el monasterio riojano de Valbanera, al S. de Berceo a. 1076 (cit. Michelena, FoLiVa. I, 47).