OREJA, del lat. AURէCŬLA, diminutivo de AURIS ‘oreja’, que ya en poetas de la Edad de Plata aparece reemplazado por su diminutivo.

1.ª doc.: orígenes del idioma (doc. de 1120 [Oelschl.], Berceo, etc.).

De uso general en todas las épocas; Cej. IV, § 150; común a todos los romances. Las antiguas formas dialectales son: mozár. Ȑurílya, Ȑurálya, ȐuráǤǤa (Asín, n.° 393, 394, 396-8), arag. orella (Yúçuf, 49, 96), leon. oreya, orella, ureya, etc. (M. P., Dial. Leon., § 4.1; Vigón). Las formas del mozárabe y del leonés occidental (urea, ureya), junto con el port. orelha1, parecen indicar que en España sería al menos predominante el vulgarismo ORICLA, con O-, documentado en una tabella defixionis del S. I a. d. J. C.2; aunque es verdad que el oc. y gasc. aurelha, que no quedan distantes, suponen la conservación de la variante clásica (en las demás lenguas hermanas no se resuelve con seguridad la disyuntiva, si bien el it. orecchio ―y no ur- ― supone más bien o- y el fr. oreille más bien AU-).

El empleo de oreja con el sentido de ‘asa de una vasija’, que hoy se registra en Costa Rica (Gagini), Colombia, Argentina3 y otras partes de América, está ya en Nebrija, y tiene paralelos semánticos en griego, árabe, inglés y otros idiomas4.

Aurícula es duplicado culto de oreja.

DERIV.

Orejales judesp. ‘pendientes’ (BRAE V, 356). Orejear [«mover las orejas», Nebr.]; en la Arg. ‘acechar’5; orejeado. Orejera; orejero ‘chismoso’ arg. (Garzón; Carrizo, Canc. de Tucumán, s. v.). Orejeta. Orejón ‘pedazo de fruta seca’ (en España, etc., de melocotón o albaricoque; en Cuba, de plátano: Ca., 230); ‘paperas’, oído en Salamanca, sentido que tiene también el gall. orellons (Vall.), orellós usual en Lemos (apéndice a Eladio Rdz.) y que se debe a que se trata de una inflamación de las parótidas, glándulas situadas debajo de las orejas; de *orelliños, por disimilación de palatales (ayudada por el influjo de orgo = órgano), salió el gall. orguiños ‘ganglios en el cuello o en otra parte’ usual en Porrino (entre Pontevedra y Tuy, Apéndice a Eladio Rdz.)6. Orejudo [Nebr.]. Orejuela. Desorejar; desorejado; desorejamiento. Auricular, derivado culto de auricula. Del gr. οȕς, ϕτóς del mismo significado y procedente de la misma raíz indoeuropea que el lat. auris, son derivados otitis y parótida.

CPT.

De ahí también los compuestos: otacústico; otacusta; otalgia; otología y otólogo; otorrea; otorrinolaringología (compuesto con Ǧίς ‘nariz’ y λάρυƔξ ‘laringe’); otoscopio, otoscopia.

Pestorejo ‘la parte posterior del pescuezo, carnuda y fuerte’ [Alex., 137c, 515c; «pestorejo de puerco: sinciput», Nebr.; Covarr.; Aut.], disimilación7 de post-orejo, del lat. POST ‘detrás’8; pestorejazo; pestorejón [Covarr.; Aut.]; pestorejada ‘golpe en el pestorejo’ [prestojada, h. 1300, en el Caballero Zifar9; pestorejada, h. 1580, Juan de Pineda, Agric. Crist., dial. 16, § 12]. Análogamente port. tesorelho ‘parotiditis’ viene por disimilación de tresorelho < tras-orelho y empezaría por designar las propias parótidas y pescuezo.

1 Ya muy frecuente en cantigas del S. XIII: muchos casos en las de Sta. María, de Alfonso X (glos. de Mettmann), con el derivado orelhada ‘golpe en la oreja’, en el mismo y en Martín Soárez (R. Lapa, CEsc. 290.4).―

2 Oricla aparece como nombre de persona en una inscr. del CIL V (Galia Cisalpina) y en otra de la zona de los mediomátricos (CIL XIII 4293): en ésta es masculino: sin duda se trata de una especie de apodo, por auricula y no de un nombre precéltico (como sospecha Weisgerber, RhGC 231, 334). Oris parece ser la forma empleada por Tácito. Y otras varias lenguas indoeuropeas dan pie a la sospecha de que sea la ō lo antiguo y etimológico, vid. Ernout-M. s. v. auris.―

3 Ahí asa ha caído en desuso; el lenguaje vivo sólo emplea oreja o bien manija.―

4 Vid. Cuervo, Ap. § 520, n.―

5 El revolucionario Bartolomé Hidalgo, a princ. S. XIX, escribe ya, hablando del gobernador español del Perú: «en Lima hay tanto patriota / que Pezuela anda orejiando» (I, v. 174, en Tiscornia, Poetas Gauchescos). «Sabían que la rusa era lindaza; la habían orejeado a la luz cenicienta del último cacho de luna», F. Silva Valdés, La Prensa de B. A., 26-VII-1942.―

6 A esto se referirá ya Sarm. al decir que orgo sería en Pontevedra «la glándula que suele nacer en la garganta» (CaG. 225r); como ahí y en 156v, lo que anda buscando Sarm. es la explicación de un topónimo Monte do Orgo, montecito junto a Pontevedra, y la primera vez presta fe a la declaración de un viejo que explicó que «o orgo do monte significa ombligo» y la 2.ª vez ya ha oído él que no es ombligo sino ‘glándula’ no tenemos por qué aceptar ni la fantástica explicación ‘ombligo’ ni la forma orgo en vez de orguiño: todas son interpretaciones algo aproximadas o arbitrarias, como las que suelen hacer los aficionados a la toponomástica. Y mucho menos hay que aceptar las atrevidas deducciones que del texto de Sarm. han hecho luego varios léxicos gallegos (reunidas por Pensado, pp. 151-2), llegando hasta inventar un órgano u orbo ‘infarto de las glándulas, etc.’.―

7 Con disimilación diferente pastorejo en el ms. de P del Alex., pasajes citados, forma que no se debe a la supuesta tendencia del aragonés (que en realidad es sólo catalana) a cambiar e pretónica en a; como daba a entender Morel-Fatio en la p. xxv de su introducción. Tampoco hay por qué postular una forma *puestorejo, como hacía Ford, Old Spanish Readings, supuesto gratuito según observa Hanssen, BDR III, 122.―

8 Hoy conservado dialectalmente: Salamanca (Lamano); en Cespedosa es ‘parte alta de la espalda’ (RFE XV, 278), el ast. pistoreyu se aplica al pescado (Vigón); para otros dialectos, vid. Zamora V., RFE XVII, 235. Además trasm. pestarelhos «carrilheiras, enfarte das glándulas debaixo das orelhas» (RL I, 215).―

9 Postorejada pasaría a *postrejada y luego con metátesis prestojada. Equivale a ferida en la mexiella, y está sustituido por palmada en la 1.ª ed.; otro ms. trae la variante seguramente incorrecta pestojada. Vid. ed. Wagner, 200.10.