OPINIÓN, tomado del lat. opīnĭo, -ōnis, íd., derivado de opinari ‘conjeturar’, ‘dar un parecer’.

1.ª doc.: h. 1250, Setenario, f° 14v°; J. Ruiz.

Empléalo con frecuencia APal. (218d, 153b, 227d, 327b), y como castellano lo registra Nebr. De uso frecuente en el Siglo de Oro. Calderón le da el valor de ‘honra’, ac. que pudo nacer como eufemismo1; el antecedente inmediato es el matiz de ‘fama’, nada raro en los clásicos. V. esta y otras acs. en Fcha. Considerablemente popularizado en la actualidad; muchos rústicos dicen la piñón.

DERIV.

Opinar [Nebr.; ejs. del S. XVII en Aut.; falta opinar en Covarr., pero no opinión, que hoy sigue siendo mucho más popular que el verbo], de opinari; opinable [Nebr.]; opinante; opinático ant. (Nebr.: «seguidor de opinión: opiniosus»; de ahí parece ser deformación el fr. opiniâtre ‘obstinado’)2; inopinado [Corbacho (C. C. Smith, BHisp. LXI)].

1 «Restaurad una opinión / que habéis quitado; no creo / que desluzcáis vuestro honor, / porque los merecimientos / que vuestros hijos, señor, / perdieren por ser mis nietos, / ganarán con más ventaja, / señor, por ser hijos vuestros», El Alcalde de Zalamea III, viii, ed. Losada, p. 156.―

2 Para el cual, vid. Salvioni, ZFSL XXXV, 147; XXXVII, 270; Barbier, RDR II, 170. Oudin explica opinático como «qui suit l’advis et l’opinion de quelqu’un», pero Aut. entiende «fácil e inclinado a seguir opiniones extravagantes».