OCHO, del lat. ֊CTO íd.

1.ª doc.: orígenes del idioma (Berceo, etc.).

Me limito a recordar las formas aragonesa y leonesa hueito, huecho, bien conocidas.

DERIV.

Ochavo [doc. de 1215, Oelschl.; sabido es que en lo antiguo se empleaba en el sentido ordinal de ‘octavo’, p. ej. Rim. de Palacio, 52, y todavía en Nebr.], de OCTVUS; ochava (en Zamora, ‘medida de granos igual a media fanega’, Fz. Duro; en Colunga ocháu es ‘medida de capacidad para manzanas equivalente a una fanega’, Vigón; etc.); ochavar; ochavario [Alex., 1085; Apol., 459; Nebr.]; ochavero; ochavón. Ochosén. Ochote bilb. ‘moneda de cobre de dos cuartos’ (Arriaga). Cultismos. Octante. Octavo [fin del S. XVI, Aut.]; octava; reoctava, reoctavar; octavar, octavario; octavilla; octavín. Octubre [1234, M. P., D. L., 226.22; ochubrio, Alex., 2400a; ochubre, doc. de 1271, 1286; otubre, íd. 1380]1, del lat. OCTĶBER, -BRIS, más exactamente de una variante del mismo cuya forma precisa no puede asegurarse: osco o lat. dial. OHTȢFRI, o quizá más bien lat. vg. OCTĶBRIUS, con influjo posterior del lat. cl. OCTOBER2>.

CPT.

Ochenta [ojaenta, doc. de 1219, Oelschl.; forma octanta o huytanta, de colorido aragonés, en doc. conquense de 1184, Oelschl., y en inventario aragonés de 1374, BRAE II, 347], del lat. vg. OCTAGէNTA (lat. cl. OCTOGINTA); ochental; ochentavo; ochenteno; ochentón; y el compuesto ochentañal [Nebr.] u ochentanario. Ochocientos [con -c- sorda en Nebr., etc.].

Octacordio. Octaedro; octaédrico. Octingentésimo, deriv. del lat. octingenti ‘ochocientos’. Octogenario, octogésimo, derivados de octoginta ‘ochenta’. Octógono u octágono; octogonal. Octópodo. Octosílabo; octosilábico. Octóstilo, compuesto con el gr. στǢλος ‘columna’. Óctuple u óctuplo.

1 Docs. murcianos, en G. Soriano, p. 194. Otras menciones anteriores deben mirarse más bien como escritas en bajo latín. Así nonas octubres en doc. montañés de 1055, M. P., Oríg., 34, y demás citados por Oelschl. Ochubre aparece también en la Gr. Conq. de Ultr., 503 y ya en la 1.ª Crón. Gral., cap. 872. No podemos precisar bien el vocalismo real en las grafías mozárabes transcritas por Ȑuktûbar y variantes (Simonet, s. v. octúbar). APal. adopta octubre (320d) y Nebrija otubre.―

2 Es éste uno de los problemas que por ahora no se pueden resolver rotundamente. Por el dialectalismo itálico se decide M. P. (Man., § 2; Oríg., p. 312); por la metafonía: Merlo, I Nomi Romanzi delle Stagioni e dei Mesi, 160n. (comp. 162n.3) y M-L. (REW 6036.2) Carnoy, Le Latin d’Espagne, 64-65, no toma er consideración la explicación metafónica, y vacila entre un dialectalismo osco o más bien sabino-pelignio, y una variante puramente lat. *OCTĶUBER (> *OCTȢBER), con la variante *OCTĶU de > nombre del número ocho, que está a la base de lat. OCTVUS (< OCTĶU-OS) y de las formas germánicas e índicas; esta última alternativa, aunque gusta a Herzog, ALLG XIII, 295, no la estimo verosímil. En favor de la explicación metafónica puede alegar fuertes argumentos la Lingüística, mientras que la otra cuenta con serio apoyo en la documentación filológica. En primer lugar hay que separar de esta cuestión la teoría que quisiera explicar los cambios hispánicos o pirenaicos MB > m y ND > n por un influjo osco-umbro, teoría mucho más vulnerable; sin que nada de esto ocurriera en series de fenómenos fonéticos, es posible que llegara a España, mezclada en la corriente del latín vulgar, alguna forma osca suelta, así como damos con catalanismos y aragonesismos aun en América. De hecho la forma OCTUBER aparece unas 16 veces en fuentes, especialmente epigráficas, de la Antigüedad y los albores de la Edad Media. Ahora bien, todos o casi todos esos testimonios son algo tardíos, y pueden explicarse como ultracorrecciones de la confusión de Ŭ con Ķ, del tipo tan frecuente de subrinus por sobrinus o subrius por sōbrius; queda, sin embargo, una inscripción de Pamplona del año 119, que es muy antigua para ello, y ese testimonio refuerza el valor de algunos de los siguientes (aunque entre los 16 aludidos hay varios de los SS. VII-X, y otros sin fecha, que de todos modos carecen de fuerza). Este dato apoya poderosamente la explicación dialectalista, pero no con valor terminante, pues ni es inconcebible que en España ya se confundiera Ķ con Ŭ en el S. II, ni es recomendable fiarse de un testimonio solo, cuya fecha o autenticidad pueden impugnarse un día. Por otra parte la explicación por OCTĶBRIUS (forma documentada en latín tardío ―vid. Walde-H.―, y corroborada por numerosos dialectos de toda la Romania) no tropieza con verdaderos obstáculos. El port. outubro (oitubro ya varias veces en el 4.º Livro de Linhagens, S. XIV, CortesƟo) se explica por esta base sin dificultad alguna, según reconoce Cornu, GGr. I, § 24, y lo mismo debe decirse del cat. ant. huytubri (Muntaner, cap. 291; docs. roselloneses del S. XIV, RLR XXIX 54, XXX 263; vuytubri, S. XIV, etc., en Ag.); para otubri, explicable del mismo modo, en docs. véneto-friulanos de la Edad Media, vid. Salvioni, KJRPh. VIII, 136; para muchas formas italianas análogas, vid. Merlo. Ahora bien, huellas de la ? causante de la metafonía existen también en documentos castellanos, como ochuibre en uno de Santander de 1299 (M. P., D. L., 9.25), y el ochubrio del Alexandre (O; otubre, P). Está a la vista que octubre sufrió un proceso de readaptación al latín notarial, al cual se debe indudablemente el -ct- moderno; luego lo mismo puede explicarnos la sustitución de -brio por -bre; y si el portugués y el catalán se contentan con OCTOBRIUS, ¿vamos a echar mano de un dialectalismo itálico sólo por el castellano? Este dialectalismo está probado sin duda alguna por lo que hace al napol. attufro, Salerno attrufu, Basilicata attruf, según reconoce Rohlfs, ZRPh. XLVI, 156 (It. Gr. I, 435); pero es verdad que ahí la -f- irrecusable contrasta con la -b- del cast. octubre y del lat. epigráfico octuber, y sobre todo nos hallamos en zona donde el osco es el substrato y no un discutible adstrato. Tampoco se diga que la explicación itálica es más sencilla, por ahorrarnos el cruce entre ochubrio y el lat. october, pues también en aquella hipótesis tenemos que recurrir a los compromisos: el epigráfico octuber tendría la ū del osco pero la b del latín; y la base osca postulada por los dialectos suditalianos es *OCTUFRU (según Rohlfs), lo cual no explica la -e del cast. octubre. En definitiva, queda el hecho de que la fecha del octuber de 119 es muy temprana, y si pudiera corroborarse en forma decisiva, casi obligaría a admitir una explicación de tipo no romance.