NAFRAR, arag., ‘causar matadura, llagar’, voz común al aragonés con el catalán, la lengua de Oc y el francés antiguo (hoy fr. navrer ‘afligir, traspasar de dolor’), de origen incierto; como en portugués, castellano y francés arcaicos se encuentra una variante nafragar, nafregar, ‘echar a perder, inutilizar’, es probable que se trate de alteraciones del lat. NAUFRହGଵRE ‘sufrir naufragio’.
1.ª doc.: ¿S. XIV? (ms. S. XV), Fuero de Teruel.
Mucho más arraigado todavía, y más antiguo, es el vocablo en catalán, pues allí lo mismo nafrar que nafra son ya medievales, el primero se documenta desde el S. XIII (Lulio, Merav., N. Cl. IV, 237), y el segundo quizá no sea muy posterior, aunque sólo tengo ejs. desde fines del XIV1; el sentido es ‘herir, llagar’, por lo general, y nafra análogamente, aunque hoy significa más bien ‘llaga, úlcera’ que ‘herida’, y suele aplicarse especialmente a las de Cristo (lenguaje tradicional), y por otra parte a las de los animales2; en textos antiguos tiene a veces otras acs.3, especialmente se nota la arcaica de naframent ‘perjuicio, acción de echar a perder’ (SS. XIII-XV, vid. Ag.). No es menos antiguo y arraigado el oc. nafrar ‘herir’, ‘perjudicar’, ‘violar’; algo menos el sustantivo, pues en la Edad Media sólo se encuentra naframent o nafransa, y una sola vez el diminutivo nafreta. En francés antiguo hallamos nafrer algunas veces (SS. XI-XII) y en los textos más antiguos, mientras que desde el XIII se generaliza navrer; en lo antiguo, comúnmente significa ‘herir, llagar’, y así hasta la época clásica («les navrés il feist panser et traicter» Gargantua, cap. 51), mientras hoy ha predominado la ac. figurada ‘afligir, traspasar de dolor’; el sustantivo nafre, navre, es ahí muy raro, propio sólo de algún dialecto normando, valón y francoprovenzal. Fuera de estos tres romances y el aragonés, sólo se encuentran algunas huellas en Galicia, donde esnafrarse es ‘machacarse, lastimarse, darse un golpe en distintos órganos’ (G. de Diego, Contr. § 429), y especialmente ‘aplastarse las narices, despachurrárselas, estropeárselas’ (Vall.); el it. ant. naverare ‘herir’ y nàvera ‘herida’ no parecen ser voces castizas, pues no son muy frecuentes y se nota su presencia en traducciones y libros de caballerías. Claro está que son galicismos, pero sería excesivo deducir de ahí que estamos ante una voz exclusivamente galorrománica (como afirma Wartburg en Bloch), pues a ello se opone el firme arraigo en catalán, con su secuela aragonesa y gallega. De la etimología me propongo tratar más detenidamente en mi DECat. Principalmente se han propuesto dos explicaciones: según G. Paris, en uno de sus artículos primerizos (Rom. I, 216-8), vendría del germánico, concretamente del a. alem. med. narwa ‘cicatriz’ (hoy alem. narbe). Esta etimología no ha encontrado mucha aceptación (la admitió M-L. en la primera edición del REW, pero rechazándola en la 3.ª ; Bloch vacilaba, y sólo Wartburg en la última ed. de su diccionario la califica de «muy probable», anunciando artículo más reciente y extenso sobre el asunto en Misc. Griera II, 1955), y realmente no la merecía, pues tropieza con graves obstáculos: no conviene ni el sentido ―pues ‘herida’ no es ‘cicatriz’, y éste fué siempre el sentido de la voz alemana, propiamente ‘estrechamiento’, por ser el femenino del adjetivo correspondiente al ingl. narrow ‘angosto’― ni la forma ―ya que -rw- no da -vr-4 y mucho menos la forma más general y antigua -fr-, y el verbo nafrar está más extendido y es anterior en todas partes al sustantivo nafra― ni las consideraciones de orden geográfico e histórico: en efecto, como el francés apenas tiene vocablos tomados del alto alemán, habría que postular la existencia de este vocablo en fráncico, pero en realidad es una voz estrictamente alemana, ajena no sólo al gótico y al escandinavo (pues el danés narv y sueco narf suelen mirarse como préstamos alemanes), sino también al anglosajón, el frisón y el neerlandés, y además relativamente tardía, pues sólo aparece h. 1100. Ciertamente tiene razón Gamillscheg al invocar estas razones para rechazarla (EWFS; no mencionada en R. G.).
Más convincente es la etimología propuesta por C. Michaëlis (RL III, 175-7)5, en cuyo favor se notan muchos votos, algunos de alta calidad: Jud6, Winkler (ZRPh. XXXVII, 524-6), Gamillscheg y parcialmente M-L. (REW, 5854). Estos autores prestan la debida atención a una serie de formas existente en varios romances arcaicos: nafregare traducido desolare, destruere y sordidare en las Glosas de San Millán (n.° 20, 21) y de Silos (n.° 6); nafregar ‘maltratar’ en el Fuero de Brihuega, S. XIII (Cej., Voc.), y ‘herir’ en el Libro de los Cavallos del S. XIII (79.12); navargar en el Fuero de Carcastillo, a. 1129 («cavallos si na-vargaren», cita de Oelschl.); port. ant. nafragar-se, anafragar-se ‘inutilizarse, imposibilitarse para el servicio’, hablando de caballos («homem que se anafragar seu adestrado... seja escusado ta a cabeça do anno»), en antiguas leyes y fueros. Junto a éstas aparecen otras que apuntan todavía más claramente hacia NAUFRAGARE: naufrer ‘herir’ es bastante usual en el francés de la Edad Media, sobre todo en el de Inglaterra (6 ejs. en God.); naufragare ‘malgastar’ o ‘echar a perder’ en el Capitulare de Villis (Francia, h. 800), la misma forma, pero en el sentido de ‘herir’ en Hincmaro, arzobispo de Reims en 870, y otros ejs. de la misma procedencia en Du C.; naufragare ‘perjudicar, deshonrar’ en la Lex Wisigothorum; «qui naufragare miembro dotro» en el Fuero de Medinaceli (Cej., Voc.); (a)naufragar-se ‘inutilizarse el caballo’ en otros fueros portugueses; naufrages ‘daños y perjuicios’ en doc. catalán de 1180 («retinemus nobis in ipsa quadra primicias... et retinemus terciam partem de trobas et de quarteires et de naufrages» Cartul. de St. Cugat III, 279).
Claro que esto ha de estar en íntima relación con nafrar y que no es lícito separar estas formas del fr. navrer, como quisiera Wartburg; tanto más cuanto que naufragium en las Fórmulas Andecavenses y en Gregorio de Tours se dice de cualquier clase de calamidad o de pérdida y que esta generalización de sentido se registra ya con frecuencia en latín clásico. Las dificultades son sólo de orden formal, aunque debemos apresurarnos a reconocer que con este étimo de origen compuesto se explica perfectamente la alternancia entre -fr- y -vr-, que de otra manera hubiera sido desconcertante; pero la sonorización de la -F-, regular en principio, pudo dejar de producirse allí donde duró más tiempo la conciencia del carácter compuesto de NAUFRAGARE. Para salvar los reparos fonéticos partía C. Michaëlis de un participio *NAUFRACTUS admitiendo que éste diera fr. ant. naufré, pero ni se hallan formas en -ait en francés antiguo, ni es verosímil que el vocablo sea tomado del francés en catalán y en lengua de Oc, como así sería forzoso. Más certera me parece cuando en su segundo artículo observa que el presente NAFRହGAT podía dar nafre. En este sentido sugiere Jud que se puede partir de NA(U)FRହGUS, lat. vg. NÁFRAU, de donde un adjetivo *nafre, radical luego extendido al verbo7. En cuanto a la desaparición de la U cree Jud que debe partirse de la forma rehecha NAVէFRହGUS, que en efecto fué empleada en lugar de NAUFRAGUS por Virgilio y otros poetas. Sabido es que tales formas recompuestas, en que la analogía enmendaba los estragos de la fonética, eran favorecidas por el latín vulgar; luego me parece lícito admitir que éste dijera *NAVէFRAGARE, cuya sílaba -Vէ- fué pronto eliminada por haplología de las dos labiodentales consecutivas8. Estas sugestiones me parecen convincentes, y creo que debemos aceptar esta etimología9.
Es inaceptable la de Brüch escand. nafarr ‘taladro’, por evidentes razones semánticas (y aun fonéticas) y también porque no se trata de una voz exclusiva del Norte de Francia, como tendría que serlo un normandismo.
1 Sin embargo, en textos anteriores lo que se halla es naframent, p. ej. en las Costumbres de Tortosa (Ag.) y en Lulio.― ↩
2 Es palabra bien viva todavía en el campo, en todas partes. Algo menos en Barcelona. Los valencianos suelen hoy mirarla como voz del Principado, pero es de uso frecuente en los clásicos valencianos del S. XV, y aun en textos del XVII de esta procedencia.― ↩
3 Naframent en Lulio es ‘golpe, percusión’: «lo naframent qui es fet en l’àer» (Doctrina Pueril, p. 235).― ↩
4 Como observan Jud y Spitzer, WS VI, 124, este grupo germánico se conserva sin metátesis en todos los ejs. conocidos: SPARWARI > épervier, HARIWICUS > Hervieu, GERWALD > Gérou. En mi artículo FÁBRICA he indicado la probabilidad de que el cat. febrir sea alteración del germ. FURBJAN, pero como allí observo, ni el vocalismo ni el consonantismo pueden explicarse sin una contaminación, seguramente la de (or)febrería; además en este caso casi todos los romances conservan intacto el grupo (fr. fourbir, etc.).― ↩
5 Ella misma nos informa de las objeciones de los críticos en KJRPh. IV, 345-6.― ↩
6 L. c., y Rom. LXII, 153, n. 3; anunciaba un artículo especial en proyecto.― ↩
7 Sin embargo, es extraño no encontrar huellas de tal adjetivo, y nótese que la explicación haplológica de NAVIFR- > NAFR- requiere también partir del verbo y no del adjetivo. Quizá formas verbales como NA(U)FRହGO > nafr(a)o, NA(U)FRହGAT > náfr(a)a fueron causa de que naciera una variante nafrare junto a nafragare; ahora bien, al aparecer la variante con -e-, nafregare, por cambio de sufijo, la variante al principio minoritaria nafrare recibió un refuerzo gracias a la existencia de parejas como doblar ~ doblegar, desdentar ~ desdentegar, toser ~ estosegar, etc. Recuérdese el oc. ressà ‘aserrar’ < ressegar RESECARE.― ↩
8 Los reparos geográficos de M-L. no tienen buen fundamento. De ninguna manera me parece chocante la conservación de este «término náutico precisamente en Francia». La metáfora naufragar ‘fracasar’ se emplea en todos los idiomas, sin mucho sabor marinero. No veo razón tampoco para creer por estas razones que el vocablo hubiera de originarse en Portugal.― ↩
9 En alguna parte pudo haber la síncopa de tipo normal. Pero la evolución normal de NAVIFR(AG)ARE habría sido *naufrar en catalán y lengua de Oc, idiomas donde precisamente no existe la forma con u. ↩