MOSTACHO, tomado del it. mostaccio, variante de mustacchio íd.; en esta lengua procede de μυστάκιον (gr. mod. μουστάκι); diminutivo del gr. cl. μύσταξ ‘labio superior’ y ‘bigote’, aunque no está bien averiguada la época en que se produjo el préstamo.
1.ª doc.: mostazo, 1570, C. de las Casas; mostacho, 1591 y 1592, Góngora (ed. Foulché, I, 150, 157); 1607, Oudin.
G. Reichenkron, que ha dedicado a mostacho un artículo especial (ZFSL LVIII, 1934, 48-55), cree por el contrario que el vocablo penetró en el S. II o III d. C. y se heredó del latín así en Rumania como en todas las regiones de Italia. Por desgracia, este artículo se funda solamente en razonamientos fonéticos y dialectológicos y en la historia de la moda masculina, sin apoyarse en la investigación de textos y ni siquiera en un estudio detenido y crítico de las formas dialectales. Su argumentación es simple: como las formas dialectales coinciden en general con el tratamiento local del sufijo -ACEUM, y sólo en el sentido de ‘bigote’, y en una zona limitada a Istria, el Véneto, Lombardía, Emilia, Marcas y Toscana, se hallan formas que corresponden al it. -acchio, cree Reichenkron que el vocablo se heredó en todas partes del latín vulgar, con la excepción de esta forma norteña en -acchio, que se tomaría del griego bizantino por conducto de Venecia; la forma en -accio habría tomado en el Norte la ac. ‘jeta’ a causa de la desaparición de la moda del bigote en Italia desde la alta Edad Media hasta el S. XIV, mientras que en el Sur se conservaría el uso del bigote gracias a la dominación griega, y por consiguiente el vocablo hereditario conservaría también este significado.
Sin embargo, claro está que, aun aceptando como exacto este cuadro histórico, que el autor no documenta más que en rasgos generales, caben otras varias interpretaciones. El vocablo pudo entrar en todas partes en época muy posterior al latín vulgar, y la conformidad con el tratamiento del sufijo -ACEUM puede ser debida sencillamente a una adaptación del b. gr. -άκι, pronunciado como hoy con una k fuertemente palatal, a la forma de este sufijo romance de sonido bastante análogo; más sencillo todavía sería admitir que hubo dos focos de penetración: uno en el Sur de Italia, por conducto de los dialectos griegos de la Magna Grecia, donde κι se pronuncia precisamente Ƈi (κισσóς = Ƈissó, ƺστράκιον = stráƇi, en el griego de Bova, etc.), y por lo tanto era casi forzoso que se produjera la identificación con el sufijo romance -accio (tanto más cuanto que la palabra para ‘bigote’ suele emplearse en plural, mostacci), y otro foco en Venecia, donde, tomándose el vocablo directamente del griego metropolitano, por vía marítima, se conservó el sonido oclusivo. Al propagarse las dos oleadas lingüísticas, llegarían a coincidir en Toscana y el Norte de Italia, y allí la forma de procedencia meridional, llegada quizá posteriormente, tendería a reservarse para el sentido figurado ‘jeta’. Para lograr la certeza, hará falta una investigación monográfica de la palabra italiana, más detenida y conducida con método más riguroso que la de Reichenkron; y todavía es más urgente un cuidadoso estudio histórico de la palabra en el griego medieval3. Desde luego es inadmisible la afirmación de M-L. (REW 5803a) de que la variante it. mostaccio se tomó del castellano, donde a su vez mostacho resultaría de una evolución del «it. ant.» mostacchio: tal punto de vista se halla en contradicción flagrante con los hechos filológicos.
DERIV.
Amostachado [1614, Fz. de Avellaneda]. Mostachoso.
1 Los sefardíes de Marruecos emplean bostachos (BRAE XIV, 579), pero no lo llevarían de España en tiempo de la expulsión: lo aprenderían posteriormente, sea de los españoles o directamente de los italianos, y entonces, mezclándolo con el más antiguo bigote, cambiarían de acuerdo con ello la consonante inicial.― ↩
2 Y quizá en Rumania, a juzgar por la oposición entre el consonantismo del diminutivo mustăcioară y el del primitivo mustaţă, que está de acuerdo con las normas de la fonética histórica. Pero esto ya no es seguro, y cabría también que las formas rumanas fuesen italianismos, quizá de procedencia italiana meridional o veneciana, o bien adaptados a un sufijo rumano. También podría ser préstamo hecho separada y directamente del griego en la alta Edad Media. El hecho es que el macedorrumano mustaྃe es helenismo evidente y quizá también el meglenita mustac.― ↩
3 El préstamo de fecha latina sólo debería admitirse si para explicar la ου del neogriego μουστάκι tuviéramos que admitir que el vocablo volvió a pasar del romance al griego. Pero esto no parece posible. En primer lugar, tropezaríamos con la dificultad de explicar la κ. A no ser que admitiéramos un diminutivo lat. *MUSTACULUM (> mustacchio), muy inverosímil, sería preciso creer que en griego se produjo un cruce de un *μυστάκι = mistáki con el italianismo mostaccio. Esto es forzado. Por otra parte, según Hatzidakis, Einleitung in die neugriech. Gramm., pp. 103-110 (especialmente p. 108), hay un importante grupo de casos en que el griego moderno responde con ου a una υ antigua, aunque esto no se debe a conservación del timbre arcaico de esta vocal, sino a una labialización posterior, fuera del acento, por la acción de las consonantes contiguas; entre estos casos hay algunos tras μ, análogos al nuestro: μουλλóς, μουντóς, μουρτάκα y aun τούμπανον. Es verdad que casi todos ellos son dialectales, mientras que μουστάκι parece ser general. Aun así, admite Hatzidakis que μουστάχι resulta de una evol. autóctona. ↩