MONZÓN, tomado del port. monção, antiguamente moução, que primitivamente significó ‘estación más o menos apropiada para navegar’, y procede del ár. Ȭsim ‘fecha o estación fijada para hacer algo’, derivado de wásam ‘marcar’, ‘definir, fijar’.

1.ª doc.: monción f., 1678, en el portugués Juan de Sá Meneses; monzón m., Aut.

En portugués monção es siempre femenino y se documenta copiosamente desde el a. 1500. En autores antiguos se encuentra la variante más etimológica moução, p. ej. en Mendes Pinto, a. 1546 (cap. 179, pero monção en el 53), Garcia de Resende (1554), Gaspar Correia (1563), etc. Véase la documentación en Dalgado II, 65-68. Primitivamente en este idioma significaba ‘cada una de las estaciones en que se divide el año desde el punto de vista náutico’: «falamos por monções, que sƟo os tempos em que lá navegƟo», J. de Barros, «por estar já muito adiantada a monção para atravessar o golfo», J. de Émpoli; partiendo de frases como esta última, monção tendió a fijarse en el sentido de la parte del año desfavorable a la navegación, y finalmente los vientos que en este tiempo se registran; la nueva ac. se nota ya en Mendes Pinto: «as primeiras bafugens da monção» (cap. 53, citado en RL, XX, 128). Del portugués el vocablo pasó a todos los idiomas modernos, entre ellos el fr. mousson (que parte del port. ant. moução), el it. monsone [monzone, 1582, Zaccaria], etc. Los portugueses aprendieron el vocablo de los árabes, sus guías en las primeras navegaciones a la India; en árabe Ȭsim designa cualquier fecha o estación señalada, p. ej. una fiesta, la estación adecuada para peregrinar a la Meca, para navegar, etc., y especialmente la estación adecuada para navegar a la India desde las costas de Arabia, vid. Dozy, Gloss., 317-9; Suppl. II, 805-6. Al pasar al árabe el vocablo adaptó su terminación a la más frecuente de las terminaciones nasales portuguesas, a saber -ão, y a ello ayudó poderosamente el sinónimo portugués estação, que fué causa del género femenino tomado por el vocablo en el nuevo idioma1.

1 Por lo demás, es posible que se partiera de una variante arábiga Ȭsam, o con acentuación vulgar maȬsám; sabida es la inestabilidad del vocalismo árabe. La forma registrada por PAlc. méucene (s. v. pasqua) y por Lerchundi (músem) parece corresponder a este vocalismo vulgar, aunque no es seguro (R. Martí vocaliza Ȭsim, como los léxicos clásicos).