MIRIÑAQUE, ‘alhajuela de poco valor, especialmente femenina’, ‘zagalejo interior, hecho de tela rígida, y muchas veces provista de aros o ballenas, con el objeto de mantener abombadas las ropas exteriores’, origen desconocido; aunque me(n)driñaque se empleó en Filipinas para designar el tejido de abacá usado con este objeto, no es palabra tagala y no parece ser originaria de aquellas islas.
1.ª doc.: 1.ª ac. Aut.: «alhajuela de no mucho valor, que sirve para adorno u diversión»; 2.ª ac., Acad. 1869 o 1852.
Superficial y sin progreso etimológico es la nota de G. de Diego, BRAE XXXV, 211-2 (apenas pueden aprovecharse un par de autoridades que cita).
1 Es evidente el error de Ruiz Morcuende al ver en estos dos pasajes la 2.ª ac. En El Sí de las Niñas (a. 1805), dice la doncella, hablando de la joven protagonista: «cata el coche de colleras y el mayoral Gasparet con sus medias azules, y la madre y el novio que vienen por ella: recogimos a toda prisa nuestros meriñaques, se atan los cofres, nos despedimos de aquellas buenas mugeres, y en dos latigazos llegamos antes de ayer a Alcalá» (I, viii). En carta particular a una prima del autor, escrita en 1816: «Mariquita: Bien pudiera haberte enviado los pañuelos que me pides; pero, además de que yo soy un poco lerdo en esto de comprar meriñaques mujeriles, me ha parecido que sería mejor enviarte lo poco que pudiese en dinero efectivo» (Obras Póstumas II, 249).― ↩
2 En la Argentina miriñaque es ‘armadura de hierro que llevan las locomotoras en la parte delantera para hacer a un lado los obstáculos que obstruyan su paso’ (con ej. de 1908 en Garzón). En Venezuela es ‘chanchullo’, y en Colombia mirriñaca ‘pizca, minucia’ (Malaret). La forma chilena quizá se explique por confusión con meñacos o miñangos ‘añicos’, empleado en el Uruguay (ibid.), que es variante de AÑICOS. ↩