MIRAR, del lat. MզRRզ ‘asombrarse, extrañar’, ‘admirar’; primero significó en castellano antiguo lo mismo que en latín, después ‘contemplar’, finalmente ‘mirar’.

1.ª doc.: orígenes del idioma (Cid, etc.).

Son frecuentes los nombres de lugar compuestos como Miraflores, Mirafuentes, Miravalles, en los cuales significaba más bien ‘contemplar’ que ‘mirar’, y algunos son muy antiguos (ej. de Miravalles en 980, en Oelschl.). El sentido predominante en los SS. XII y XIII es el etimológico1: Cid, 1613, 1615; Berceo, Loores, 127d2; Apol., 218c3; mirarse ‘extrañar’, Libre dels Tres Reys d’Orient, n. 514. En Apol., 473d, es ya ‘contemplar’: «cavalgué de la villa, sallíme a deportar, / las naves que yazién por el puerto a mirar». Desde luego en esta época no es ‘mirar’, función que entonces asume exclusivamente catar. En Juan Ruiz 659b tenemos ya casi la ac. moderna, pero todavía con fuerte matiz de curiosidad: «abaxé más la palabra, díxel que en juego fablava, / porque toda aquella gente de la plaça nos mirava»; la sustitución del antiguo catar por mirar está ya consumada en la época clásica y así lo indica Nebr. «mirar: aspicere; mirar en derredor: circumspicere». La misma evolución semántica se produjo en portugués y en catalán y aproximadamente por la misma época5. Los demás romances permanecieron hasta hoy en la etapa ‘contemplar’, con especialización, en algunas partes, en la idea de ‘mirarse en un espejo’ (fr., oc.) o ‘apuntar una arma’ (it.); aunque una evolución semejante a la iberorromance se registra en sardo, en el dialecto de Siena y en algunas hablas languedocianas o provenzales6. Por lo demás ya en latín vulgar el vocablo se acerca alguna vez al sentido romance: «frater sororis suae autómata per clostellum [‘rendija’] miratur», Petronio CXL, 11; «miror: expecto» (léase specto) en un glosario conservado en ms. vaticano del S. VII (CGL IV, 118.11).En castellano, otras acs. clásicas de interés son mirar en algo ‘considerarlo, reflexionar’ (p. ej. Juan de Valdés, BRAE VII, 284), mirar por ‘cuidar de (una persona)’ (p. ej. en la 2.ª parte anónima del Lazarillo, ed. Rivad. III, 100)7; Cej. VIII, § 47.

DERIV.

Mira [1591, Percivale, «looking on, a view, a sight»], seguramente tomado del it. mira ‘puntería’, ‘mira de una arma’, etc.: nótese que Covarr. sólo registra mira de la escopeta y poner la mira en una cosa (íd. Oudin 1616), y a acs. análogas se refieren los testimonios del S. XVII que cita Aut.; el fr. mire y mirer en sentido análogo son también italianismos, aceptados en los SS. XV; XVI; mirilla [Acad. 1899 o 1914]. Mirada [Nebr.] Mirado. Miradero [APal. 536d; Nebr.; ejs. de fines del S. XV y principios del XVI en Aut.], más tarde sustituido por mirador, que como sustantivo está tomado del cat. mirador (<l=lat.>-ATĶRէUMl>), y en castellano no se documenta hasta h. 1590 [J. de Acosta; Covarr.]; en el mismo sentido miranda no ha sido registrado por la Acad. hasta 1925 o 1936, y parece ser debido a una interpretación popular o semiculta del nombre propio de lugar Miranda que no es seguro que venga de MIRARI>. Miradura. Miramiento [h. 1580, A. de Morales]. Mirante. Mirón. Remirar, -ado. Milagro [miraclo, Cid; así o miráculo comúnmente en Berceo9; miraglo, Gr. Conq. de Ultr., 242; Alf. XI, 1088; Rim. de Palacio, 1492; APal. 189d, 282d, 283d, 386d, etc., y todavía admitido por Nebr. y empleado alguna vez en el S. XVI, BRAE VI, 496n.; milagro ya preferido por Nebr.; Cej. VIII, § 47], descendiente semiculto de mīracŭlum ‘hecho admirable, milagro’; milagroso [miracloso, Berceo; milagroso, Nebr.]; milagrero, milagrería; milagriento arg. ‘pobrísimo’ (Draghi, Canc., pp. xxxvii y 435); milagrón.

Maravilla [Cid]10, descendiente semiculto del lat. mīrabĭlĭa, del adjetivo mirabilis ‘extraño, notable’, plural neutro ya muy empleado en textos vulgares (Peregr. Aetheriae, 67.29); la misma sustantivación se ha perpetuado en todos los romances de Occidente, y en todos ellos el tratamiento del vocablo presenta algunas anomalías, que deberán explicarse por disimilaciones y asimilaciones vocálicas, cuyo pormenor presenta ciertas dificultades11; maravilloso [Cid]; maravillar [Cid].

Admirar [Santillana (C. C. Smith, BHisp. LXI); 1517, Torres Naharro; vid. Cuervo, Dicc. I, 198-200], lomado del lat. admirari íd.; admirable [h. 1440, A. Torre, Santillana (C. C. Smith)]; admiración [h. 1440, A. Torre, Santillana (C. C. Smith); APal. 118, 282, 283] (antes se dijo mirazón, Berceo, Mil., 37; S. Dom., 538); admirador; admirando; admirante; admirativo [Mena (C. C. Smith, BHisp. LXI)]. Remirar [h. 1280, Gral. Est. I, 294b42].

CPT.

Mirasol [Aut.; hoy forma muy popular en la Arg.12; la forma alterada minosoles aparece ya en la Jerusalén Conquistada de Lope, XVII, v. 305]. Mirificar [Pz. de Guzmán (C. C. Smith)]; mirífico.

1 Conserva el sentido arcaico el vco. miratu «admirarse» que se decía en a. nav., según un observador de 1740 (hoy «indagar, revisar» guip., bazt., ronc., lab., salac.) y que se mantiene en miraritu «admirarse» «quedar absorto» en guip. y vizc., derivado del sust. mirari ‘prodigio, milagro’ vizc. y guip.: en apariencia, el infinitivo latino sustantivado.―

2 En Loores, 70d, qué mira parece contener el vocablo con función de sustantivo ‘qué de extraño’, ‘qué extrañeza’.―

3 La princesa Luciana, futura esposa de Apolonio, cuando éste le lleva la embajada de los tres príncipes que piden su mano, le dice «en este casamiento de ti mucho me miro: / si te plaze o si non, tu voluntat requiro». Más bien que ‘sentir sorpresa’ parece tratarse de la ac. ya latina de mirari si, mirari cur, ‘preguntarse uno a sí mismo con admiración (o con vivo interés)’, ingl. to wonder whether.―

4 «Quando Erodes ssopo / que por hi non le an venido / mucho sen tovo por escarnido, / e dixo: todo me miro, / e quando vió esta maravilla, / fuerte fué sañoso por mira». Ahí de nuevo está el sustantivo señalado en Berceo: por mira ‘en forma notable’. Parece ser el lat. MզRA ‘cosas extrañas’, plural neutro de MզRUS, -A, -UM.―

5 De Lulio sólo tengo anotado mirar-se en lo mirayll (Meravelles IV, 135), y todavía puede ser ‘contemplar’ en Eiximenis (h. 1385; N. Cl. VI, 101), pero el sentido moderno ya está claro a med. S. XV en el Curial (I, 71).―

6 El gascón dice goardà, el rodanés regardà, ciertas hablas languedocianas (a)gaità, -chà, que se extiende hasta el catalán de la zona gerundense (guaitar, aunque mirar se emplea aun en el Rosellón).―

7 Ocasionalmente puede presentarse como equivalente de ‘ver’: Lope, El Cuerdo Loco, v. 2211. Para los vulgarismos miá, mir’usté (miusté, miste), vid. Pietsch, MLN XXVI, 101.―

8 Lebel, Rom. LXIII, 166, sugiere un céltico MIRO-RANDA con RANDA ‘frontera’ y el elemento inicial de MIRO-BRIGA (Ciudad Rodrigo, Extremadura). No se debe olvidar en esta cuestión la existencia de Mirande du Gers en Gascuña, que si es antiguo no puede venir de una base latina ni céltica en -ANDA, mientras que Mirannes en el arrondissement de Auch presentaría la evolución normal de esta terminación etimológica; hay también Miranda en la toponimia menor del Valle de Arán y de la prov. de Valencia, pero éstos pueden resultar de la aplicación secundaria de topónimos mayores. Ideas adoptadas, comprobadas, ampliadas y precisadas, para todos los varios Miran(de) del Gers, por Polge, Mél. Phil. Gers. 1959, 45-48. Mirande-du-Gers es una «bastida», que parece haber sustituído un más antiguo Lezian, ya antes de 1288, quizá por imitación de las Mirandas españolas; tal vez por E. de Beaumarchais, que cuando volvió de su expedición a Navarra fundó otra bastida hoy llamada Pampelonne, en el distrito de Albi.―

9 El metro exige miráculo en Mil., 868a y 907c, y miraclo en 131b. Por lo general los mss. de esta obra traen miraclo (pero miráculo 46a y 272b); aunque A, que si bien del S. XIV, suele modernizar el texto, a veces prefiere miraglo, forma que según Fitzgerald es común a todos los mss. en S. Dom., 315c. La variante galicana miracle, milagre, tan extendida en gallegoportugués (ya Cantigas) y debida al influjo cluniacense, ha dado el judesp. milágri (Bosnia, RFE XVII, 127); Miragres de Santiago, el conocido texto gallego del S. XIV publ. por J. L. Pensado y por López Aydillo; gall. mod. todavía miragre (Castelao 198.19) junto a milagre; milagreiro ‘milagroso’ (Castelao 62.22).―

10 En Berceo coexisten maravilla y maravella, ambos asegurados por la rima, aquél en Mil., 215 (villa, escrivilla, oílla); éste en Mil., 327, y Loores, 29a; maravella figura además, fuera de rima, en Duelo, 113a; Mil., 820b (pero mjrabilla en A); maravelloso en S. Mill., 308. Lo mismo en el Auto de los Reyes Magos (maravila: strela, vv. 1-2; pero maravila: nacida, vv. 92-93). En el Alex. la única forma parece ser maravella, asegurada por la rima en 838, 1366 y 1772, y aunque hay meravija (242) o maravija (1936) en O, es fuera de rima, y P trae maravilla o maravella en los lugares correspondientes. En Apol. hallamos maravellava (181c) y maravelledes (176b) junto a varias formas en -i-, fuera de rima; en Yúçuf B, 252 y en Fn. Gnz., 615, rima en -ella. No parece existir la forma *maraviella que ahí traen los editores, que así quieren corregir el maravilla manuscrito (lo mismo ocurrirá en Loores, 29a). Maravilla está asegurado por la rima en J. Ruiz, 1304d y 921c (: villa, omilla, Sevilla, descobrilla), y ésta es la única forma, según creo, que aparece en los mss. de este poeta. Lo mismo parece ser el caso del Cid, Sta. M. Egipc. (756) y el Conde Luc. (ed. Knust, 1.10, 146.8), y ésta es la única forma registrada por APal. y Nebr. Cej. VIII, § 47.―

11 Si sólo tuviéramos el port. maravilha [S. XVI, Moraes], cast. maravilla, oc. meravilha, sardo maraviza, it. maraviglia (meraviglia es minoritario, y puede explicarse como smeraldo de SMARAGDUS o troverò de trovarò), lo más sencillo sería admitir disimilación vocálica miravilia > meravilia y luego mar- por disimilación, ayudando el influjo de la r. En rigor esta explicación podría extenderse al cat. meravella (o más bien mar-) a base de admitir que la forma en -ella (aunque única, y muy frecuente desde los orígenes del idioma) suplantó a *maravilla por cambio de sufijo, ya que -ella (< -ELLA e -էCLA) es terminación frecuentísima en catalán; es verdad que las pronunciaciones maraveia que tengo anotada de Manresa y maravèlla de Bassegoda y otras partes, indican que no hay confusión con -ELLA, e -էCLA es menos frecuente. Aun podría admitirse la misma explicación, aquí ya más difícil, para la variante oc. meravelha, muy frecuente, casi tanto como meravilha; pero al notar que -ella es muy común en el castellano del S. XIII, y -eille es forma casi general en el francés de todas las épocas, la explicación del cambio de MզR- en mer- por disimilación se hace inverosímil; comp. además sobreselv. marveglia, engad. müravaglia. Por otra parte la forma sincopada merveille, que se presenta con mayoría abrumadora en los antiguos textos franceses desde el Saint Alexis y el Roland (aunque hay casos de mereveille, -oille, mareveille, más o menos desperdigados), no se puede explicar por una síncopa tardía de la e procedente de A (como, p. ej., en SACRAMENTUM > sairement > serment). Luego es casi forzoso suponer en francés una doble dilación miravelia > *merevelia (> merveille). Es algo extraño, pero no se ve otro camino, pues la contaminación de MERUS que admite Wallenskjöld (Neuphil. Mitteil., 108-110), como observa M-L. (REW 5601), no convence. Parece, pues, que en los demás romances el paso a *meravelia (y después maravella, -illa) se deberá también a una dilación vocálica. La a de la sílaba inicial castellana se halla también en portugués, italiano, sobreselvano y aun en catalán: así se pronuncia en las hablas occidentales y valencianas, y así lo hallamos escrito en Eiximenis (Doctr. Compendiosa, 318.10), Jaume Roig (n. 10240), Tirante el Blanco, etc. (la grafía literaria meravella ha sido posible porque el catalán central identifica oralmente la e y la a átonas); las formas en mar- son raras así en lengua de Oc como en francés.―

12 A. Alonso, El Problema de la L. en Amér., 164; Ana Sampol de Herrero, La Prensa, 14-VII-1940.