MICO, ‘mono de cola larga’, probablemente del caribe de Tierra Firme, donde este animal se conoce con el nombre meku o miko.
Dice: «avía ratones, gatos de arcabuco, que por otros nombres se llaman
micos y monos», «un
mico de arcabuco», «
mico o mono, a quien llaman gato de arcabuco». Muy poco después, en 1571, aparece ya como palabra castellana en el
Vocab. en l. mexicana y cast. de A. de Molina («
oçumatli:
mico o ximia»). Empléanlo también otros cronistas de Indias como José de Acosta (1590) («de los
micos o monos de Indias», «en los Andes se crían monos, y muchos
micos muy graciosos»), Ant. de Herrera (1601) (quien lo compara con un conejo: Malaret,
Semánt. Amer., 104), los peruanos Garcilaso el Inca (1602) y Guaman Poma (1613); con referencia a Panamá, Alonso de Sandoval (1627); Huerta en su trad. de Plinio (1628) ya opone
mico como nombre español al fr.
marmot y al it.
gatto maimone; vid. Friederici,
Am. Wb., 412-3, y
Aut. Ya Cuervo,
Ap., § 975, indicó que podía ser voz cumanagota o de otro dialecto cognado de Venezuela, recordando que Ruiz Blanco en 1690 da
mico ‘niño’ como voz de aquel idioma, lo cual recuerda el fr.
marmot ‘niño’ y ‘mono’; se adhiere a la idea Hz. Ureña (
Indig., 107). El cumanagoto no es más que uno de los dialectos del caribe, hoy extinguido; en efecto, como indica Friederici,
meku «espèce de singe appelée
monne» está ya registrado como voz caribe por Breton y otras fuentes del S. XVII, y hay en los varios dialectos se registran las variantes
mego,
mäkú,
makui. Aunque Gilij (1780) y von Martius, con referencia al Norte brasileño, citan el vocablo
mico como palabra de origen castellano, es más probable que al tupí del Brasil pasara directamente desde un dialecto caribe. Sainéan (
BhZRPh. I, 57-58), Riegler (
ARom. X, 257) y M-L. (
REW 5557) expusieron la idea de que el it.
micco «Cebo, scimmia cappuccina» [1761, Riccio] y «uomo goffo, disadatto» [Giusti, † 1850]
1 pudiese venir de un nombre hipocorístico del gato, del tipo del cast.
micho, gall.
mico ‘gato’ (
RL VII, 218); pero como indica la Crusca esta palabra italiana es ciertamente un castellanismo, lo mismo que el cat.
mico. De todos modos, quizá no se pueda descartar del todo la idea de Sainéan y M-L., en el sentido de que el vocablo se propagara pronto en el Oriente americano como aportación de descubridores gallegoportugueses, como lo eran los del norte brasileño y bastantes de Venezuela, como Juan de Acosta: ya Sarm. recogió
mico,
miquiño como nombre gallego del gato (o como llamada que se le dirige) (
CaG. 117
r, 90
v, por lo demás con la variante, más propagada en romance,
mico); mas inspira mucha desconfianza el hecho de que esto no se halle también en portugués.