MAZAPÁN, voz común a todos los romances de Occidente (it. marzapane, etc.), que además del significado actual designó una cajita de madera, empleada como estuche y también para exportar mazapán; es verosímil que sea éste el significado originario, pero la etimología es incierta.

1.ª doc.: 1373, invent. arag., como nombre de una cajita; 1525, R. de Nola, p. 103, como nombre de un dulce.

En la primera ac. es frecuente en los inventarios aragoneses: «los potes, maçapanes, speciería y otras cosas en la tienda de la dita speciería stantes», 1373; «un maçapanet chico con huna piedra de xristal e trocetes de aniello de cornelina», 1380; «hun par de guantes de fierro; tres maçapanes bueytos», 1403 (BRAE IV, 346, 349, 522); aparece también la forma marçapan: «un braçalot et un mandret de fier de armar; un marçapan con fieros biellos», 1393 (ibid., 521). Como nombre de la conocida pasta de almendras y azúcar el vocablo figura ya en Fz. de Oviedo, h. 1535, en Garcilaso el Inca y en el Quijote (vid. Ter-lingen, 340-1); en esta ac. está documentado por Percivale, Oudin y Covarr., y además en C. de las Casas (1570), que lo da asimismo como nombre de una medida («cubaita, copetta»). Del cat. massapà, antiguamente escrito con ç, tenemos abundante documentación desde el a. 1400, tanto en la ac. ‘cajita’ (que es la más frecuente en el S. XV) como en la de ‘dulce de almendras y azúcar’; Ag. asegura que ésta se halla ya en el S. XIV, y da muchos ejs. de la variante marçapà1. En lengua de Oc, massapan «boîte de carton ou de bois léger» es ya frecuente en la Edad Media; el b. lat. maczapanum aparece en una fuente occitana de 1347, como nombre de un estuche de piedras preciosas, y massapanum en 1399 para una caja de reliquias. El fr. massepain (también marcepain) está registrado desde 1449. El it. marzapane es frecuente en el sentido moderno desde autores de princ. S. XVI, y en Nápoles y Sicilia conserva hasta hoy la ac. de ‘cajita’; el mercader Pegolotti, que escribía en Chipre en 1340, emplea el vocablo, así para denominar el dulce como en el sentido de ‘medida de grano’, que puede considerarse mera variante del de ‘cajita’, y además nos informa de que el dulce de mazapán fabricado en Chipre se exportaba en cajitas de madera (scatole di legno). Luego es probable que de éstas pasara el nombre a designar el producto en ellas contenido; aunque también sería concebible el traslado opuesto del nombre del contenido al del envase, y extensión ulterior al estuche de reliquias, joyas y armas, esto es ya menos fácil y aun poco verosímil. Hasta aquí es posible seguir sin vacilación el razonamiento de A. Kluyver en sus fundamentales trabajos sobre la historia de este vocablo2. Lo que sigue, aunque ingenioso y eruditamente apoyado, es ya muy discutible.

Se refiere Kluyver a un documento de 1202 relativo a la ciudad siria de Bathrûn, entonces dominada por un señor pisano, en el cual éste permite a sus paisanos el comercio libre con el interior, sin otra condición que la entrega de un marzapanus por cada barco. Es difícil juzgar el valor de este testimonio aislado, que Kluyver sólo conoce por el resumen del mismo en un tratado moderno, y es difícil asegurar si está en lo cierto al creer que esto es el nombre de una moneda (y no el de una caja de mercancías); y más debemos guardarnos de asegurar que atine al adivinar, por la analogía de otros casos, que este marzapanus era igual a la décima parte de la unidad monetaria básica, y que por lo tanto deba entenderse la disposición del pisano como equivalente a la exigencia de un 10 por 100 del valor de la mercadería. Desde luego es insuficiente este pasaje para dar por sentada la existencia de una moneda llamada marzapanus, que sería idéntica a la moneda matapan empleada por los venecianos en sus relaciones con Oriente en el S. XII, la cual, en efecto, parece equivaler a 1/10 de lira. En cuanto a matapan, sería palabra de origen arábigo, procedente de maȬȶabân ‘rey que permanece inmóvil, sin emprender expediciones militares’; este nombre procedería del ár. merid. (yemení), no del árabe normal (donde tendría otro sentido), y allí se explica como derivado del verbo ȶaba ‘estar sentado’; tal denominación se aplicaría a la moneda, porque en ella se representaba a Jesucristo sentado en su trono. Este origen de matapan no es inconcebible, aunque nos obliga a aceptar una serie de hipótesis, pero desde luego no puede considerarse demostrado3; la desaparición de la Ȭ causaría también dificultades. Lo que en todo caso no se puede dar como probado, mientras no se confirme que marzapane fué nombre de una moneda, es que de allí venga el mazapán romance4; al contrario, hay que calificar esta hipótesis de audaz en demasía.

Sea como quiera, queda un punto importante que se deberá averiguar, y que nadie tiene en cuenta. Simonet indicó que en el cordobés Abencuzmán (med. S. XII) aparece maȟšabân como nombre del dulce, en un verso que significa «¡cuán grato es el delicado mazapán!»5. Ahora bien, esta forma maȟšabân podría ser muy importante para la etimología, pues al parecer deriva de ȟášab ‘madera’ y del verbo ȟáš(š)ab ‘enmaderar’, ‘cubrir de madera’, ‘desbastar’, voces comunes al árabe de todas las épocas y regiones, y vivas en el de España (PAlc.); aunque no sé que pueda documentarse en parte alguna un sustantivo derivado maȟšabân ‘cajita de madera’, su formación se justificaría según los hábitos formativos de las lenguas semíticas y nos daría una etimología perfectamente aceptable: aun la r de marzapane se explicaría entonces como continuación del ȟ (>f), y el paso de š a z y el de b a p se deberían a la etimología popular naturalísima ‘masa de pan’ (como etimología verdadera no es admisible, entre otras razones, porque el mazapán no contiene pan, sino almendras y azúcar). Por más que la existencia misma de maȟšabân en el texto del poeta cordobés sea de lo más incierto. La lectura que ahora acepta D. Emilio García Gómez en este pasaje (III 362) nada tiene en común con la de Simonet6.

1 Hoy se emplea todavía en Castellón de la Plana: Guinot, Escenes Castellon., 74.―

2 Z. f. dt. Wortforschung VI, 59-68. Es síntesis, hecha por el autor, de sus trabajos en neerlandés publicados en Verslagen en Mededeelingen der koninklijke Academie van Wetenschappen, Afd. Letterkunde, 4.ª serie, tomos II y VI, Amsterdam, 1897 y 1904.―

3 Lo único averiguado parece ser que esta moneda es de origen bizantino, pero no hay fundamentos firmes que obliguen a buscar un origen arábigo. Antes debieran agotarse mejor las posibilidades griegas. Se me ocurre que podría venir de μετĮ ∏αντοκράτορος ‘con el Omnipotente’, puesto que en él estaba representado el Señor, o de una forma abreviada μετĮ ∏αντóς. Claro que no es más que una conjetura, pero no más arriesgada que la de Kluyver, desde luego.―

4 Gamillscheg. EWFS, s. v., basándose al parecer en Littmann, dice que el nombre de moneda viene del árabe-persa marzubân ‘sátrapa’. En cuanto al ár. marƫabân ‘vasija vidriada’, que sería el punto de partida de mazapán ‘cajita’, ni es palabra conocida ni se deduce del sentido de la raíz r-ƫ-b. La etimología de Kluyver la han aceptado sin crítica M-L. (REW 5440), Kluge (que además cita un trabajo posterior de Fincke, fuera de mi alcance), Wartburg (en el nuevo Bloch) y otros.―

5 El sentido del verso citado sería éste, en efecto, o si se quiere, más literalmente, «¡bravo por el maȟšabân fino!». Nunca he podido cotejarlo con el conjunto de la poesía.―

6 Por desgracia me veo obligado a aplazar un nuevo estudio en conjunto de todo el problema.