MAZACOTE, ‘hormigón’, ‘barrilla’, del mismo origen incierto que el it. marzacotto ‘barniz para vidriar loza’ y el fr. massicot ‘óxido de plomo’; la palabra aparece primeramente en Italia y debe de proceder del ár. masɅaqûnyā, que significa lo mismo que marzacotto; dicha palabra arábiga alteraría su terminación en italiano por el influjo de cono ‘cocido’ por fabricarse este producto por cocción.

1.ª doc.: «maçacote para solar: maltha», Nebr.

Para el estudio de este vocablo es fundamental el trabajo de A. Kluyver1. PAlc. define con la misma voz arábiga que emplea para traducir argamasa. Covarr. define «pasta o mezcla hecha de cal, arena y casquijo, con que se cimientan los muros y se rehinchen las paredes fuertes»; Oudin «un mortier fait de chaulx et de ciment, pour faire un pavé de salle ou de chambre»; Percivale (1591) «lyme and sand mixed together, the stuffe whereof glasse is made». Aut. reproduce la definición de Covarr., y agrega «por semejanza se llama el guisado u otra cosa que está seco, duro y pegajoso: y assí se dice que está hecho un mazacote; se dice también al necio y pesado», de lo cual da ej. en Góngora. En cuanto a la ac. ‘barrilla, soda’, a que ya parece referirse Percivale, la registra la Acad. ya. en 1843. El vocablo se pronuncia hoy en Cáceres y Sierra de Gata con ç sorda, como en tiempo de Nebr.2 En portugués maçacote es «barrilheira, herva de que se usa para fazer vidro» (Moraes), y en Tras os Montes massacote es «mistura de cal, barro e areia» (RL I, 213).

En Italia la tradición del vocablo viene de más lejos. Allí el marzacotto es una «composizione di cui si servono i vasai per investire i lor vasi, fatta con quella renella che fa il vetro, con feccia di vino bruciata ecc.»; Tommaseo cita ejs. de Boccaccio y del pirotécnico Biringucci (1540), el cual nos informa de que el marzacotto se hacía con la arenilla blanca empleada en la fabricación del vidrio, con alume catino (por el cual entiende ‘soda’, ‘ceniza de barrilla’, Kluyver, pp. 107, 121) o heces de vino quemadas, y con tártaro, poniendo esta mezcla a cocer en una hornaza, hasta que se vitrifica. Siendo ésta la composición del marzacotto se comprende fácilmente que en España el vocable pasara a designar la barrilla y también un mortero o argamasa de arena, cal y casquijo; y se comprende también que el fr. massicot se haya convertido en el nombre del óxido amarillo de plomo3, con el cual debía combinarse el marzacotto para obtener un buen barniz, según el propio Biringucci y otros (Kluyver, p. 107). La antigüedad de la fabricación de este producto en Italia resulta de la documentación reunida, pues en 1442 se menciona el marzachotto da fare vetro y el marsacotto da bicchieri (Z. f. dt. Wortforschung VI, 66, n. 4), y tenemos una prueba de que ya se conocía con este nombre a fines del S. XIII. El fr. massicot no se documenta hasta 1480, aunque podemos creer que era algo más antiguo, pues del francés debe proceder el vocablo en inglés, donde se ha registrado desde 1472, y en neerlandés, donde la forma levemente alterada masticot (que también se halla en Francia y se debe a una contaminación de mastic ‘almáciga’) ya aparece en 1449. Muy importante para la etimología es la mención de fines del S. XIII a que me he referido, la cual aparece en las Pandectae Medicinae del mantuano Mateo Silvático, obra fundada en modelos arábigos: allí se trata de la llamada massacuma (o massicuma), «materia quaedam qua vitrum fit: et vocatur vulgo massa cocta» (o. c., p. 112); está claro que este massa cocta no es más que una latinización del it. mazzacotto, variante de nuestro vocablo que Tommaseo documenta en unas Ordenanzas de Siena y en otro texto de 1652; y en cuanto a massacuma, menciona Silvático como fuente suya al Razí, en cuyas traducciones latinas se halla en realidad massacunia (o -umia), mientras que el original arábigo de esta obra, así como el de Abenalbéitar († 1248), traen masɅaqûnyā (Dozy, Suppl. II, 590b). Este vocablo no es primitivamente arábigo sino tomado del siríaco, y se sospecha que en este idioma proceda del griego, sea todo él o por lo menos uno de sus elementos. Sea como quiera, los alquimistas y médicos árabes lo emplearon mucho, pues también tenemos informes de que se utilizaba como colirio. A las diligentes investigaciones de Kluyver debemos el conocimiento de este importante elemento de juicio, y él mismo subraya (p. 116) que los europeos aprendieron de los árabes la técnica del barnizado de la loza; pero su teoría de que el vocablo romance no tenga relación etimológica con su sinónimo arábigo es sumamente inverosímil. La diferencia de género entre los dos vocablos es detalle de nimia importancia, y el hecho de que en los mss. de Silvático el vocablo aparezca estropeado por una errata de copia sólo compromete a esos copistas ignorantes, pero no prueba en manera alguna que los técnicos y operarios europeos no lo conocieran muy bien de viva voz.

En cuanto a la etimología que Kluyver atribuye a mazacote, a saber, el árabe šabb qubƫî ‘alumbre egipcio’, por muy erudita e ingeniosamente que la defienda, y aunque la reprodujera sin crítica M-L. (REW 7761b, de donde pasó a otros diccionarios), apenas se puede tomar en consideración. Es inadmisible que la sílaba inicial ma- «la pudieran agregar arbitrariamente los españoles a sus arabismos»4, y tampoco es verdad que el š arábigo se transcriba normalmente por z; además, aunque es verdad que ocasionalmente se ha confundido el marzacotto o la barrilla con el alumbre (V. arriba la referencia de Biringucci), eran sustancias bien diferentes, y el alumbre egipcio era sólo una de las tres clases más conocidas de este mineral5.

Abandonada del todo la idea de Kluyver, podemos estar bastante seguros de que ma(r)zacotto es alteración de su sinónimo el ár. masɅaqûnyā6, y a lo sumo podríamos admitir que el cambio de su terminación se debe a un cruce con šabb qubƫî (acentuado vulgarmente qúbƫi) si estuviéramos bien seguros de que este nombre se empleó alguna vez para designar el marzacotto; pero a juzgar por lo que hasta ahora nos consta es más probable que vulgarmente se cambiara -qûnyā en -cotto por el natural deseo del vulgo de explicarse el sentido de las palabras: el marzacotto se obtenía por cocción en una hornaza y por lo tanto era natural reemplazar el elemento extranjero e incomprensible por el it. cotto ‘cocido’. Si se prefiere la fórmula del cruce se puede decir que marzacotto resulta de uno entre masɅaqûnyā y àlcali cotto, que al fin y al cabo es lo que era nuestro producto. Es de creer que el vocablo emigraría de Italia a España y a Francia, países ambos donde aparece mucho más tarde7.

DERIV.

Amazacotado [Acad. ya 1914].

1 Verslagen en Mededeelingen der Koninklijke Akademie van Wetenschappen, Afd. Letterkunde, 4ª. Serie, tomo VIII, 103-127, Amsterdam, 1907.―

2 Espinosa, Arc. Dial., 53.―

3 De ahí el cast. masicote [Acad. 1884, no 1843].―

4 Para ello se funda Kluyver en que Dozy admitió la prótesis arbitraria de mo- en tres de sus etimologías (p. 316 de su glosario), pero estas etimologías son falsas a todas luces, del calibre de moharra < Ʌárba o BORCEGUÍ < šarkî.―

5 Kluyver sólo logra documentar indirectamente la denominación šabb qubƫî a través de un tratado latino-español de los SS. X-XII, donde aparecería en las formas alteradas cote y cote asse. Lo corriente para decir ‘egipcio’ en árabe era misrî más que qubƫî; etc. El cast. MOGATE ‘vidriado de loza’ (véase), con el cual apoya Kluyver su etimología, nada tendrá que ver con mazacote, y desde luego no puede suponerse que venga de *moxigate, como él asegura; los demás ejs. de esta síncopa que él cree hallar (mojigato ‘hipócrita’ y mojiganga ~ moganga) no presentan tal síncopa ni tienen que ver con el caso.―

6 Aun la r italiana puede explicarse así, fonéticamente, por una imitación imperfecta del grupo sɅ (> Ʌs > fz > rz).―

7 Si fuese verdad, como Kluyver supone sin pruebas, que procediera de España, podría pensarse en una etimología MASSA C֊CTA>, que en mozárabe granadino había de pasar fonéticamente a maçacoȟte. Pero esta explicación es más arriesgada, sobre todo desde el punto de vista histórico.