Ammafide aparece en doc. gallego de 1019 (
Festschrift Jud, p. 636);
almafil,
ammafide, en doc. de 942, de igual procedencia (Gómez Moreno,
Igl.
Mozárabes, p. 126);
olmafi, en un antiguo doc. portugués (Viterbo), parece ser mera errata por
almafí, forma que aparece en las
Cantigas de Alfonso X (299.3 y en los
MirSgo. 125.6); en
Alex. ha de leerse en todos los pasajes
amarfil (así
O 812
b) o
armafil (
O 1633
d), asegurado en el primer pasaje por el metro
1. La forma
marfil se generaliza desde principios de la 2.ª mitad del S. XIII (V. ejs. en Neuvonen, 58-59, y C. Michaëlis,
Homen.
a M.
P., 454-6). Quizá porque (aunque debida a Simonet) fué publicada primeramente en un diccionario desacreditado, como el de Eguílaz (444-5), sigue dudándose o dándose todavía por desconocida la etimología de
marfil, port.
marfim (antiguamente
marfí)
2.
En realidad, la resumida arriba, obra de la erudición y buen sentido de Simonet, no ofrece dudas: Dozy, que en su
Gloss., 302, la declaraba desconocida, anotó sin protesta, de su puño y letra, la etimología de Simonet en su ejemplar de mano; Baist, que en
RF I, 130, admitía todavía
nâb al-fîl, en
RF IV, 380, reconocía ya la etimología correcta. Y aunque Neuvonen y otros no la traen todavía y ni siquiera la mencionan, parece ser por una distracción; sólo C. Michaëlis,
l. c., se obstina en su antigua etimología:
alfil ‘elefante’ cruzado con
mármol. Repetidas veces he rechazado por razones metódicas estos cruces de voces de significado heterogéneo, que sólo pudieron producirse en la mente de un filólogo obsesionado por una preocupación etimológica; la idea, en nuestro caso, puede desecharse sin escrúpulo: es indudable que
marfil se emplea a veces en la Edad Media como nombre del elefante vivo (
Bocados de Oro;
Libro de los Engaños;
Acedrex, 340.18;
Gr.
Conq.
de Ultr., 266; J. Manuel; Rivad., 248, 291; Villasandino,
Canc.
de Baena, n.° 218, v. 2, aplicado simbólicamente al rey; González de Clavijo), pero la ac. ‘marfil’ es mucho más antigua y general, y no cabe duda de que aquella aplicación se debe a una confusión popular de
arfil ‘elefante’ (así en la
Gr.
Conq.
de Ultr.,
Canc.
Geral y
Canc. de Baena; vid. además
ALFIL) con
marfil, nombre de la materia conocida en Europa. De hecho, aunque el nombre propio del marfil en árabe es
⺆âǤ, en el árabe de Occidente se empleó también
<l=ár
.>
⺆aǷm al-fîl en este sentido, y así aparece un par de veces en el tunecí
Abenalɏazzar († 1004), V. los pasajes en Dozy,
Suppl. II, 142
b, y 21
a; también se dijo en este sentido
⺆aǷm al-⺆âǤ, o sea ‘hueso de marfil’ (Dozy);
⺆aǷm en árabe es ‘hueso’ y
fîl ‘elefante’. En lo fonético no hay dificultad alguna:
⺆aǷm al-fîl se convirtió en
amalfil (comp.
⺆aǷm al-huqq ‘hueso de la cadera’ > cat., oc.
amaluc ‘cadera, lomo’), que de ahí pasó, bien a
marfil, bien a
alma(
l)
fil (como
AMYGDALA a
almendra,
amuerzo a
almuerzo, (
a)
mena a
almena)
3.
Las demás etimologías propuestas, que chocan con graves dificultades fonéticas y de todos los órdenes, pueden verse en la bibliografía citada, pero siendo decididamente inferiores pueden echarse ya en olvido
4.