La acentuación en la primera sílaba está comprobada por la medida del verso en Berceo y en el
Canc. de Baena,
magna, p. 569. Lo mismo debemos suponer de
magna en la
Confissión del Amante (a. 1400), p. 244, y
la mana en Laguna (1555) y en Luis de Oviedo (1581). Vid. Cuervo,
Rom. XXXIII, 249-55;
Ap., § 113
d1. La falta de acento en APal. (
manna, 262
b, 263
b) y en C. de las Casas (1570) no prueba nada (comp.
alquile por ‘alquiler’); en Percivale aparece
maná acentuado y como femenino;
maná sin género en Oudin (1607). Covarr., que suele acentuar las palabras agudas en vocal, escribe repetidamente
manna para el alimento bíblico, pero en artículo aparte da
maná con ac. secundaria («es
la manà un vapor muy grasso y suave, el qual... se condensa de noche, y decendiendo se assienta sobre las yervas... de tal manera que se puede coger como goma; de su naturaleza y uso della en medicina verás... a Laguna sobre Dioscorides...
manà es también una confitura mas menuda que la gragea ordinaria...»);
Aut. ya generaliza
maná y así aparece en rima en Iriarte. Más datos en Gillet,
Propaladla (V. el índice). Es probable la conjetura de Cuervo de que primero se cambiara el género adoptando el masculino por influjo culto, y que saliendo así el vocablo de las analogías morfológicas del castellano se le alterara el acento por imitación de
Jehová,
Caná y otros hebraísmos. En latín y griego se acentuaba en la primera sílaba y era comúnmente neutro, aunque el género femenino ya se halla en varios autores latinos cristianos. El it.
manna f., y el fr.
manne f., han conservado hasta hoy dicho estado de cosas, que es también, indudablemente, el del cat. ant.
manna f. (
Costums de Tortosa, 474;
Spill, v. 13580; etc.), y aunque hoy predomina
mannà m. en este idioma (o más popularmente
magnà m.), todavía se conserva
manna en Menorca y
maina f. en Mallorca.