MANÍ, del taíno de Haití.

1.ª doc.: 1535, Fz. de Oviedo.

Éste declara categóricamente que así le llaman los indios de la Española, y lo confirman Las Casas, el Inca Garcilaso, el P. Cobo, etc. Sin embargo, sería raíz común al arauaco con el caribe isleño (manli) y con el tupí: la forma mandubí de este último ha pasado al portugués (parcialmente deformada en amendoim, por influjo de amêndoa ‘almendra’; algunas veces manobí), y la emplearon también Cabeza de Vaca, con referencia al Plata, y Fz. de Oviedo. Lenz, Dicc., 475; Friederici, Am. Wb., 385, 381-2; De Goeje, Journal de la Soc. des Amér., XXXI, 15. La afirmación de Pichardo de que procede de una lengua de Guinea es errónea: parece fundarse solamente en el hecho de que en Cuba se da este nombre a cierta raza de negros. Maní es voz de uso general en castellano en toda la América del Sur y las Antillas, mientras que en España y en Méjico se emplea el nahua cacahuate (-ete), y los dos vocablos coexisten en Colombia y la América Central. Suele emplearse maní como colectivo en sigular (me gusta el maní)1; el plural se emplea para designar los granos individuales, y en este sentido es muy poco empleado el correcto maníes, más se dice manís, y más aún el barbarismo manises (Arg., Cuba, P. Rico, etc.).

DERIV.

Manisal ‘sembrado de maní’; manisero, ‘vendedor de maní’, arg., portorr., cub. (Ca., 73), etc., voces mal formadas (partiendo del plural manises), pero de uso absolutamente general, aunque no registradas por la Acad. Así se explican derivados como ñanduseras, ombusal, santafesino2, que han dado lugar a ociosas y pueriles discusiones ortográficas, tratando filólogos locales de justificar la grafía con -c- por el romance antiguo y aun por el latín.

1 «En un puerto de África hay muchos miles de bolsas de maní aguardando el embarque», Los Andes, Mendoza, 7-IX-1940.―

2 Ayuda en estos casos el sentimiento popular de que una -s- se agrega en los derivados de palabras en vocal aguda, a causa de la pronunciación vulgar aní(s), paí(s), nari(z), maí(z), etc., en países como Chile, casi toda la Arg., las Antillas, etc., donde la -s (y la -z) se pronuncia poco o nada.