LUCILLO, ‘sepulcro’, del lat. LOCĔLLUS ‘cajita, cofrecillo’, diminutivo de LOCŬLUS ‘compartimiento’, ‘sepulcro’, y éste de LOCUS ‘lugar’.

1.ª doc.: luziello, h. 1280, 1.ª Crón. Gral.

Leemos en ese texto: «abriósse una vez un luziello por si mismo, et salió ende una gran voz que lo llamó por su nombre» (172). Es palabra bastante usada en la Edad Media: locilo en el Libro de los Gatos (Rivad. LI, 555), lusillo en el Canc. de Stúñiga, poesía de Juan de Torres (p. 162), luzillo en la Crónica Sarracina escrita h. 1430 por Corral1, lucilla2 y luzillo3 en Nebr., etc. Aut. explica «la caxa de piedra dentro de la qual sepultan los cuerpos de los nobles» y da ejs. de Gil González, Colmenares, Covarr. y el Brócense. En vocablo de este carácter es difícil precisar la época en que cesó de emplearse popularmente, pues era fácil que su uso se mantuviera entre los eruditos por tradición arqueológica: éste parece ser ya el caso de Colmenares (1640). Por este mismo carácter arcaico puede explicarse la aplicación preferente a gente de distinción. En latín clásico LOCELLUS era ‘cajita’ o ‘cofrecillo, estuche’, pero en el idioma vulgar hubo de heredar el sentido de su primitivo LOCULUS, término de ebanistería y de arquitectura, que del sentido de ‘compartimiento’ había pasado al de ‘nicho, sepulcro’; en cuanto a LOCELLUS esta ac. quizá ya sé halle en Marcial y desde luego la anotamos en una inscripción hispánica fechada en 579 (Carnoy, La Langue des Inscr. Esp., 259); es también frecuente en glosarios, aunque ahí se trata más bien de ‘ataúd’: «feretrum: lectum funebre, id est locellum» (CGL IV, 75.20, 518.41), «f.: lectum defuncti vel locellum» (CGL V, 294.26). En romance tenemos el fr. ant. luisel ‘ataúd’, a veces ‘sepulcro’ [SS. XII-XVII, hoy conservado en valón y picardo: God. V, 49]; también existió el vocablo en portugués antiguo (ej. de 1298, en Viterbo s. v. apostamente)4 y en algún dialecto alto-italiano (REW, 5095). La forma castellana podría explicarse por cambio fonético de loziello en luziello (y luego luzillo), pero el francés y demás formas romances parecen indicar que hubo cambio anterior de O en Ȣ, y así lo confirman ciertas glosas (lucellus, -um, traducido por una palabra griega que significa ‘cajita’ en CGL III, 92.17; II, 263.48). Debe de haber una etimología popular, quizá a base de luz, y motivada por la costumbre de colocar candelabros u otros luminares junto al ataúd (comp. la vecindad del luesel y el luminaire en doc. de 1495 citado por God.).

1 «El rey e el mayoral van al luzillo e alínpianlo muy bien de dentro, e métese en él desnudo qual nasció, e la culebra consigo; e el mayoral le echó con una grand palanca la cobertura de suso» (M. P., Floresta I, 283.17).―

2 «L., sepultura de piedra: cippus». Debe leerse luzilla, puesto que va en el orden alfabético entre Luzia y luzillo.―

3 «L., este mesmo: tymba».―

4 Lúcelo puede ser grafía imperfecta por luzelo. Los diccionarios modernos latinizan en locelo.