LORIGA, del lat. LORզCA ‘coraza’, derivado del lat. LĶRUM ‘cuerpo’, ‘correa’.
1.ª doc.: lorika, doc. arag. de 1029; loriga, doc. leonés de 1034; Cid, etc.
En tiempo del Cid y hasta el S. XIII todavía las lorigas eran de cuero, después se hicieron de metal (vid. M. P., Cid, 736-8, para pormenores y documentación); Don Quijote usaba todavía loriga (I, xxx, 31). La variante loriega en la Gr. Conq. de Ultr., p. 81, requeriría comprobación en el manuscrito. Del mismo origen port. loriga y cat. ant. (l)loriga; por lo demás no se ha conservado en romance, aunque el préstamo del vocablo al gr. bizant. λωρίκιον, por una parte, y por la otra al irl. luireach y galés llurig (Jud, ZRPh. XXXVIII, 34; Stern, KJRPh. IV, 60) demuestra la amplia extensión primitiva del vocablo. Los demás romances emplearon un derivado de CORIUM ‘cuero’, que desde Francia pasó también al cast. coraza.
DERIV.
Lorigado ‘armado con loriga’ (Berceo, S. Mill., 289; Alex., 197; Fn. Gonz., 380); comp. el cat. desllorigar ‘dislocar (un hueso)’ (por comparación con el ensamblado de láminas que constituye la loriga de metal). Lorigón. Loriguero.