LONGANIZA, del lat. vg. LȢCANICIA, derivado del lat. LȢCANէCA ‘butifarra o longaniza’, así llamada porque se hacía en Lucania; en romance *luganiza pasó a *lunganiza y luego longaniza, por un proceso fonético corriente, ayudado por el influjo de luengo ‘largo’.
1.ª doc.: h. 1400, Glos. del Escorial y de Toledo.
La etimología verdadera de longaniza es la ya indicada por Cornu (GGr. I2, § 121), lat. LȢCANէCA (Cicerón, Marcial), voz ya clásica, lo mismo que lucanicum, lucana y lucania, como nombre de una butifarra o longaniza; en efecto la otra variante LȢCANICIA se halla también en los mss. de San Isidoro (Etym. XX, iii, 28) y ofrece una base irreprochable para las palabras romances: el primitivo *luganiza pasó a lunganiza por propagación de la nasal (fenómeno frecuentísimo) y finalmente longaniza al actuar el influjo de luengo (comp. cat. llonganissa ‘retahila, cosa inacabable’). Por lo demás LUCANICA también se conservó en el vasco lukainka (de donde vizc. lucainca ‘longaniza, salchicha’, Arriaga)3, el neogriego λουκάνικο alban. lཙkongཙ, y todo un grupo de palabras dialectales alto-italianas (lügán(e)ga)4 y retorromances (engad. liaungia, etc.), vid. M-L. (REW, 5134), donde faltan todavía las formas iberorromances.
1 «Lucanice, que son longanizas se dixeron assí porque primero se fizieron allí las salcizas o longanizas: que es una confección o mezcla de carnes menudas metidas en tripa», 253b; también 193d.― ↩
2 También aran. laȧgwísa (o leȧgwanísa), que puede ser equivalencia del cat. vg. llangonissa; pero el vocablo no aparece fuera de allí en lengua de Oc, luego quizá sea catalanismo más o menos estropeado.― ↩
3 Hay variante lukaika: entre las dos cubren todo el territorio de lengua vasca; pero Azkue no precisa el área respectiva; en el valle de Salazar lukarika: la -N- intervocálica pasa a -r-, o cae del todo, en muchas variedades vascas, y en otras suele nasalizar la vocal siguiente. La base común es pues LUCANICA.― ↩
4 Ya lugánica, -ániga «Wurst», en el glosario veneciano del S. XV publ. por Mussafia, Denkschr. d. Wiener Akad. XXII, 175. ↩