LEGÓN, del lat. LէGO, -ĶNIS, íd.

1.ª doc.: Berceo.

Figura también en el Fuero de Plasencia («si el ferrero legon o açada... o otra ferramienta quebrada por sana vendiere», RFE VIII, 14); Aut. da ejs. clásicos; Cej. VII, § 46. Popular en todas las épocas1, pero el castellano es el único idioma neolatino que lo ha conservado, junto con algunas hablas limítrofes de los otros romances ibéricos: gall. legón ‘especie de azadón o azada grande para cavar y mover la tierra’, minhoto legão, val. llegó (Alicante, Valencia), Fraga llagó (BDC IV, 41); legona figura ya en el valenciano Jaume Roig, en 1460 (n. 14709). En Aragón dicen ligona [1350, RFE XXII, 15, ya Acad. 1843]. De ahí también bereb. aldɁun o dzalgunt «houe, pioche», y quizá sardo ligone [h. 1200], Wagner, VRom. V, 150.

CPT.

Gall. ant. fouce-legón ‘hoz-legón’, h. 1230 en el trovador Martín Soarez, que era de la Limia (entre Galicia y el Minho portugués), sería según Bouza-Brey el insecto «grilo-ceboleiro, flagelo das hortas» aplicado a un juglar Lopo, que es hombre dañino: «come verde fouce-legon / mais non é sazón» (R. Lapa, CEsc. 293.8).

1 En Almería se aplica popularmente a la mujer que anda con muchos (también se le llama escardillo); otras veces con sentido más indulgente, pero en tono de reconvención, lo aplican los padres a sus hijos.