LABERINTO, tomado del lat. labǰrinthus y éste del gr. λαβύρινȎος ‘construcción llena de rodeos y encrucijadas, donde era muy difícil orientarse’.

1.ª doc.: Ya 1444, Juan de Mena, título de su obra máxima. APal. 105d, 231b.

También en Juan de Valdés (1535); para testimonios y variantes contemporáneos, vid. BRAE VI, 673. Laborinto en Torres Naharro (vid. índice de la edic. Gillet). Para la historia semántica del vocablo, vid. Lida, J. de Mena, p. 262, donde cita ej. catalán coetáneo. Para la alteración popular labariento, abariento, ‘confusión, enredo’, ‘tráfago, ocupación’, M. L. Wagner, ZRPh. LXIX, 380-1. Hoy laberinto es usual, si bien culto.

DERIV.

Laberíntico.