JERINGA, del antiguo siringa, y éste tomado del lat. sǴringa ‘jeringa, lavativa’, que a su vez procedía del gr. σǢριƔξ, -ιƔƔος ‘caña’, ‘flauta’, ‘tubo’.

1.ª doc.: «siringa de cirugiano: clister, oricularium», Nebr.

Así también en Juan de Valdés. Aut. patrocina ya la forma xeringa, documentándola en Quevedo; Cej. VIII, § 99; análogamente cat. xeringa, it. sciringa, scilinga, mientras que el francés conserva la forma más culta seringue, port. Seringa1. Por influjo de la i siguiente se cambió siringa en xiringa, y de ahí luego salió xeringa por disimilación. Se empleó también como nombre de una planta cuyos tallos se utilizan para hacer flautas (llamadas syringes en latín y en griego), vid. Colmeiro; pero en este sentido predominó el diminutivo jeringuilla; hay variante celinda, especialmente en autores andaluces del S. XIX (DHist.), alteración debida al influjo de otros nombres de planta, como celidonia y celiandro (con su derivado celindrate).

DERIV.

Jeringuilla. Jeringar [Aut., ya, también, con el sentido secundario de ‘molestar, fastidiar’, hoy vulgar, pero muy vivaz en varios países]; jeringa ‘molestia’ cub. [Ca., 161]; jeringón ‘molesto, el que fastidia’ íd. (ibid. 161, 229); jeringación; jeringador; jeringatorio; jeringazo.

1 Del port. pasó al castellano de América seringa y siringa, como nombre de la goma elástica sacada de una euforbiácea amazónica. Probablemente es la misma palabra que ‘jeringa’, aunque no consta la explicación semántica; comp. Friederici, Am. Wb., 566b; con referencia al Brasil se documenta el vocablo desde 1846 (falta todavía en Moraes).