JEME, ‘distancia que hay desde la extremidad del dedo pulgar a la del dedo índice, separado el uno del otro todo lo posible’, del lat. SMIS ‘medida de medio pie’.

1.ª doc.: S. XIII, xeme, L. de los Cavallos, 47.11; xem íd. 48.16; xeme, 1386, López de Ayala (Cej. VIII, § 66, y Voc.).

Tiene x- antigua: «chapines de un xeme, poco menos, en alto», Corbacho (1438), ed. P. Pastor, 125.5; íd. en el Arte Cisoria, de Villena (glos. de F. B. Navarro). Aut. escribe todavía así, con ejs. de los SS. XVI y XVII; geme, en Tirso de Molina, es tardío1. Hoy, por lo común, está anticuado, aun en Asturias: «xeme: significó la medida de un palmo» (Rato), que efectivamente es casi lo mismo que un jeme, con poca diferencia; en catalán fué usual sólo en tierra valenciana: «la distancia entre lo dit gros y segon estesos, que’s diu en Valencia xem, y en Catalunya forc», 1575, Oh. Pou, Thes. Pue., 76. Tienen ciertamente razón Aut. y M-L. (REW 7811) al traerlo del lat. SMIS2; este vocablo se declinaba primeramente como masculino, SMIS, SEMէSSIS, compuesto de SEMI- ‘mitad’ y AS ‘unidad de moneda y de medida’, pero como ésta era declinación de un tipo muy excepcional, algunos autores clásicos (como Cicerón y Vitruvio) ya hacen SEMIS indeclinable; significa básicamente ‘medio as’, pero también ‘medio pie’ (Plinio, Columela); en romance SEMIS daría primero un singular *xemes, cambiado después en xeme por analogía, igual que el pechos (PECTUS n.) pasó a los pechos y el pecho. La x- castellana le recuerda a Baist el it. scemo ‘incompleto’, que procede también de SEMIS, empleado ya adjetivamente en latín, y con variante SEMUS en la baja época; sin embargo, scemo se explica por el verbo scemare ‘mutilar’, que supondrá EX-SEMARE, lo cual no está claro cómo podría aplicarse al castellano3. Cree Azkue (Homen. a M. P. II, 88) que xeme puede venir del vasco zee ‘palmo’ + me ‘delgado o pequeño’, con el cambio de z- en x- que es normal en los diminutivos vascos, pero el nombre castellano no puede separarse de las demás formas romances4. El hecho es que en toda la Lombardía se emplea sömes o somes, precisamente en el sentido de ‘jeme’ (M-L., REW, 7812), con la -S latina conservada.

DERIV.

Jemal. Gema [Acad. ya 1843 (no 1817): j-] ‘parte de un madero escuadrado donde, por escasez de dimensiones, ha sido preciso dejar la corteza’; gemoso.

CPT.

Tremís [Acad. S. XIX], tomado del lat. tremissis íd., compuesto de tres y la terminación de semissis.

1 «No son éstas de la marca, / hermano, de los judíos. / Ésas son narices romas / y hidalgas... / Quítense ésas luego, luego /... / pónganse otras de dos gemes». NBAE IV, 52b.―

2 En el mismo sentido habrá que entender la opinión de Baist (GGr. I, § 42) y de Espinosa (Arc. Dial., 235) cuando dan como base «SEMI».―

3 Sin embargo, quizá existió en castellano preliterario un adjetivo *seme o xeme, con el sentido del it. scemo, y un verbo *xemar (EXSEMARE), tal como existen en cat. y oc. sem y semar. Entonces la x- pudo extenderse desde ahí al nombre de medida. No sería inconcebible que de este adjetivo viniese el adverbio asturiano xemes ‘una vez’ (de xemes en cuando ‘de cuando en cuando’). Pero es más natural explicarlo, con Rato y Spitzer (RFE XXI, 279), por el lat. SĔMEL, comp. cat. ensems ‘a la vez, al mismo tiempo’, SĔMEL pasaría a *siemes y éste a xemes, de donde la x- pudo comunicarse fácilmente al nombre de medida. Lo que no es admisible es la idea de Spitzer de que el nombre de medida sea aplicación especial de este adverbio: tiene tantos xemes = ‘tantas veces de tomarle la medida’, explicación forzada e inverosímil.―

4 Quizá, por el contrario, el vasco recibió del castellano xeme, deduciendo de ahí un aumentativo zeeme, y luego zee ‘palmo’, una vez separado me, que se sintió como adjetivo vasco. Las formas zehame ‘jeme’, y zeabethe ‘palmo entero’, que Azkue cita de Pouvreau, no ofrecerían obstáculo, pues es sabido que el vasco desdobla a veces sus vocales, y aun intercala después una h en el hiato.