JAEZ, del ár. Ǥahâz ‘ajuar’, ‘provisiones’, ‘arnés’, de la raíz Ǥáhaz ‘abastecer’, ‘preparar’, ‘aderezar, equipar’.
Primitivamente significa, como en árabe, ‘atavío, aderezo, en general’, aplicado aun al de las personas; Villasandino, quejándose de que ya es viejo, reconoce «conviene que me desdiga / para siempre desta
ves,
/ de todo gentil
jahés / e de amar ninguna amiga» (
Canc. de Baena, n.° 175, v. 19); J. A. de Baena: «Señor, alto rey de España, / pues tenemos tales jueses, / que miren nuestros
jaheses, / si venimos de Alimaña, / o de Chipre o de Cucaña» (ibid., n.° 357, v. 19); y el verbo
jaesar es ‘proveer, aderezar’: «onrrados, servidos e acompañados, / costosas moradas, fermosas mugeres, / fyjos e fijas / con muchos plaseres, / de muy rrycas joyas son bien
jaesados» (Ferrant Calavera, ibid., n.° 529, n. 28)
1. Por las rimas se ve que se pronunciaba
jahez con
-z. Otro ej. antiguo en Fz. de Oviedo (Fcha.). El sentido etimológico de
jaez «vestido o aderezo de vestirse» se conservaba todavía en la germanía del S. XVI, y
enjaezar era «adereçar»,
enjaezado «galán» (J. Hidalgo). Ya en árabe, sin embargo, aparece ocasionalmente la ac. ‘arnés’ (Dozy,
Gloss., 290;
Suppl. I, 228); pero se comprende que en español se generalizara la aplicación a las caballerías, y especialmente a las galas que éstas lucían en días de función, por las pomposas justas y desfiles a caballo a que tan dados eran los moros, y en especial los Zegríes y Abencerrajes de los últimos reinados de la Granada independiente, brillantemente descritos por Hurtado de Mendoza y Pérez de Hita. Del mismo origen port.
jaez ‘arnés, especialmente el lujoso’, ya documentado en el S. XVI.
Aut. explica sugestivamente la ac. secundaria ‘género, calidad’ [Acosta, 1590] porque «en las fiestas o justas los de cada quadrilla llevan uniformes los colores de los jaeces».