HOLLÍN, del lat. vg. FŬLLզGO, -զGէNIS, clásico FULIGO, íd.
1.ª doc.: follín, S. XIII, L. de los Cavallos, 67.2; APal. («osticium, color de hollín que crece de la continuación del fuego y fumo»), Nebr. («hollín del huego: fuligo; hollín de hornaza de metal: cadmia»).
Figuradamente se emplea la forma andaluza jollín en el sentido de ‘jolgorio’ [fin S. XVIII, R. de la Cruz, en Pagès; Acad. S. XX].
DERIV.
Hollinar. Holliniento [Nebr. imprime hollimiento, que acaso no sea errata, comp. la disimilación PIZMIENTO < pizniento]. Deshollinar [Nebr.]; deshollinador. Cultismos: fuliginoso, fuliginosidad.
1 En el muy antiguo glosario del seudo-Filóxeno (trasmitido por un ms. del S. IX), y en el Códice Vaticano de la Reina Cristina (S. X), muy anterior sin duda a la fecha de su manuscrito y lleno de vulgarismos e hispanismos: CGL II, 74.11; III, 563.59.― ↩
2 Puede haber relación además con casos como mammilla > mamitta, offella > ofella, gallīna > galīina (fr. geline, mall. galina), y por otra parte con cŭppa ~ cūpa y análogos.― ↩
3 La forma judeoespañola de Bosnia fulí (RFE XVII, 136) parece representar un compromiso entre la castellana y la portuguesa, con pérdida de la -n por un fenómeno fonético específicamente judeoespañol.― ↩
4 PAlc. trae fulliín, R. Martí fullīyîn (pp. 156 y 401). Puede tratarse simplemente de notaciones imperfectas de una pronunciación fullíyin; o a lo sumo hubo traslado del acento en hispanoárabe. Hay dos casos relacionados. Laȟtīyîn ‘leche del higo’ en R. Martí, laȟtîn ‘zumo blanco de la higuera’ en Abenloyón, que no tienen que ver con el ár. tîn ‘higo’, como supone Simonet (p. 291), pues entonces no se explicaría la terminación de R. Martí: se trata de un romance *LACTզGէNEM. Y por otra parte rábyana ‘sarna’, rábyan ‘estar sarnoso’ y murâbyan ‘perro sarnoso’, que deben mirarse como arabizaciones de un romance *robíyen ROBզGէNEM ‘orín, oxidación’.― ↩
5 Para otros casos de conservación de la F- ante vocal posterior en Chile, vid. RFH VI, 244; creo que es palabra diferente de fuñingue ‘persona endeble’ (Cuba), que viene del expresivo fuñir ‘encoger’ (Malaret).― ↩
6 Emplea xorguiños ‘brujos’ M. de Castañega en 1529 (RFE XII, 406); cita jorguín (y jorguina ‘bruja’) Oudin y con mala grafía, jorgín, Franciosini (1626), de los cuales lo saca Terr. La fuente de aquéllos no es Covarr. (1611), pues el vocablo aparece ya en la edición que publicó Oudin en 1607. De Covarr. pasó a la Acad. jorguín ‘hollín’ (1843, 1884, no 1817 ni 1899) y enjorguinarse (todavía en 1899). *Holguín citado por Diez no es más que una forma intermedia supuesta. Que Covarr. sólo postula un jorguín para fines etimológicos, resulta claro de su propio texto: «Otros dizen haverse llamado jorginas [las brujas] del jorgin o hollín que se les pega saliendo (como dizen salir) por los cañones de las chimeneas, y en tierra de Salamanca enjorginar vale ‘teñirse con el hollín de la chimenea’» (s. v. bruxa). Claro está que Jorgina y análogos son grafías imperfectas por jorguina; Aut. escribe jurgina o jorgina a imitación de Covarr. y cita ej. en Sandoval (1605); Cej. IX, § 158. El jorguín de Soria y de Oudin se deberá al cruce de hollín con enjorguinarse ‘ponerse como una bruja, hollinarse’. Se propuso para xorguina esta etimol. vca.: vco. zori ‘suerte, fortuna’ (quizá del lat. sors) + gin sufijo de agente: vid. Schuchardt, cit. por Spitzer (Litbl. XLIX, 365) y Steiger, l. c.; pero la etimología del vco. sorgin se presenta difícil, lo mismo partiendo de zori ‘agüero’ (que por lo demás va con txori ‘pájaro’ y no con el lat. SORS) que del lat. SORTEM: Michelena, BSVAP XI, 294-5; a lo cual por mi parte agregaré que ya tenía yo esta impresión, y me inclinaba en consecuencia a creerlo voz proto-vasca independiente, de la cual sospecho derive el topónimo catalán del Pallars Sྻrguen (BDC XXIII, 330), de aspecto tan claramente precatalán y prerromano. Carece de fundamento el étimo Georgina admitido por M-L. (ZRPh. VIII, 225) y Migliorini; Baist (ZRPh. V, 244-5; RF III, 516) relaciona con los sinónimos vascos chorogarria y choroa; M. L. Wagner (ARom. XV, 235-6) con el sardo súrvile ‘bruja’ (para el cual vid. Salvioni, Arch. Stor. Sardo V, n.° 66, y Guarnerio, KJRPh. XII, 145). ↩