HACIA, contracción del castellano arcaico faze a ‘de cara a’, donde faze es la forma primitiva de faz ‘rostro’, procedente del lat. FACIES íd.
1.ª doc.: faza, Cid; fazia, h. 1300, Caballero del Cisne; J. Ruiz, 412b, 833b; hazia, Nebr. («versus»).
Conviene precisar esta explicación, indudablemente justa. No se trata ahí de una conservación excepcional de la -e final de faz(e) hasta la época literaria del castellano, explicación que, según observa M. P., no podría justificarse. Pero está fuera de dudas que todas las E finales del latín se conservaban todavía en el S. X (fere, face, etc., en las Glosas Emilianenses y Silenses); entonces, o bien en fecha algo anterior, es cuando se formó la preposición faze + a, contraída inmediatamente en fazia; pero en esta época ya no se absorbía la ? en una C o T precedente, como había ocurrido en el latín vulgar o en los primeros siglos de la época visigoda,. Junto a esta forma fazia, inanalizable, los escritores romancistas de los SS. XII y XIII rehicieron la preposición con sus elementos faz a, resultando la forma faza, que aunque no llegó a cuajar, figura en el Cid, Berceo, Calila (ed. Rivad., p. 33), la traducción leonesa del Purgatorio de San Patricio («tornaron se faza ábrego», Homen. a M. P. II, 228) y otros textos de la época (todavía en el ms. G de J. Ruiz 833b, y en APal. 58d, 78d y passim)1. No existe preposición comparable a hacia en los demás romances: el portugués no tiene ninguna preposición con el mismo oficio (emplea en este sentido para o a), y tampoco en leonés ha sido siempre tan popular como en Castilla, lo cual explica posiblemente la desaparición total de hacia en el uso popular argentino (que emplea pa o derecho a: BDHA III, 208) y de otros países de América y regiones españolas.
1 Más ejs. arcaicos de fazia, faza, etc., en Malkiel, RPhCal. III, 55. ↩