HACHE, ‘nombre de la letra h’, tomado del fr. hache, y éste del b. lat. hacca, modificación de ach, pronunciación vulgar en lugar de ah (con h aspirada).

1.ª doc.: ache, 1433, E. de Villena1.

Los nombres latinos de las consonantes se formaban agregando una e, pospuesta a los fonemas oclusivos (pe, te, de, etc.) y antepuesta a los fricativos y continuos (es, el, em, etc.); con el nombre de la aspiración se hacía esto mismo, pero con una a, de donde ah (comp. alem. ha). En la baja época, perdido en la lengua viva el fonema h, al tratar de imitarlo artificialmente, se pronunciaba k, de donde el b. lat. nichil = nihil, y la pronunciación ach (= ak) de nuestra letra, nombre que se ha conservado en catalán2. Esta explicación dada por Spitzer (ZRPh. XL, 218-20) es convincente (a pesar de la duda de M-L., REW 3965a). El carácter excepcional de la forma de esta denominación, entre los nombres de letras, haría que en algunas partes se cambiara ach en (h)acca, seguramente apoyándose en el nombre de la ka y quizá en el de ha (pronunciado con aspiración), que en algunas partes se daba a la hache. Del b. lat. hacca salen el it. acca y el fr. hache (> ingl. ache); el port. agá se formó por otra imitación aproximada de la pronunciación aspirada de la h. El préstamo de esta denominación francesa en castellano pudo tener lugar al introducirse la letra carolingia por los monjes cluniacenses, y se relaciona con el préstamo del símbolo francés ch tomado a fines del S. XII para representar la consonante africada palatal sorda.

1 Asegura este autor que los godos acorralados a Asturias por la invasión musulmana, habiendo olvidado la instrucción literaria, trajeron maestros de Inglaterra, que «decían a la h, aque; pero los deste Reino no podían pronunciar sino ache» (Viñaza, col. 722). Lo único cierto en ello es el origen extranjero del nombre de la h. También Covarr. da el nombre de ache.―

2 Ya en el S. XV: «si·l pols té flach / hanlo per hach, / no l’han per res», Jaume Roig, v. 518.