GRÁTIL, ‘orilla que protege la vela del roce contra las vergas, relinga’, voz náutica, principalmente mediterránea, de origen incierto (cat. gràtil, prov. gratieu, it. gratìle o gratillo).
También en Fernández,
Práctica de Maniobras (a. 1732) y en el Vocabulario Marítimo de Sevilla (1696), cita de
Aut. No hay indicaciones acerca de la acentuación del vocablo, en estas fuentes. Terr. acentúa
gratíl, y la Acad. en sus ediciones del S. XIX no le pone acento gráfico (lo cual significa
gratíl), pero no sabemos si esta acentuación descansa en un fundamento real
1; hoy la Acad. acentúa
grátil, y como variante
gratil. En catalán Amades-Roig (
BDC XII, 40) imprimen sin acento, lo cual tampoco prueba nada; pero el valenciano L. P. Flores da
gràtil (
Misc. Fabra, 333), y ésta es la única acentuación que he notado en el vocablo las muchas veces que ha llegado a mis oídos en la Costa de Levante catalana (no tengo documentación antigua). Por otra parte, en los demás romances el acento parece caer siempre en la
i: port.
gurutil [1841, Amorim, con vocalismo debido a influjo de
gurupés ‘bauprés’; Schröder,
VKR X, 199], oc.
gratiéu, it.
gratìle.
Gratil figura en un tratado veneciano de los SS. XIV o XV,
gratillo o
cratillo en Bartolomeo Crescenzio (1607),
gratillus en un documento marsellés del S. XIII en bajo latín (Jal); sólo
gratula en uno napolitano de 1275 (
Diz.
di Mar.) se acentuará en la
a, como en castellano y catalán. En dialectos italianos: genov.
gratì, venec.
grativo, Ancona
gratìo, Trieste
gradivo. Estas últimas tres formas parecen tomadas del provenzal. De ellas, según R. Kahane (
ARom. XXII, 524), procede el gr. mod.
Ɣραντɉ, en Cefalonia
Ɣραƌɉ. Según observa el
Diz.
di Mar., es muy difícil que haya relación etimológica con el napol.
gradillo ‘escalón’, ‘mojón de puerta’, Ancona
gradile ‘umbral’, b. lat. lígur
gradilis ‘cañizo para secar fruta’, b. lat.
gratula ‘parrilla’ (Du C.) ; debería estudiarse mejor, sin embargo, la historia del objeto llamado
grátil. En cuanto a la etimología de Jal, gr.
κρατύνειν ‘reforzar’, que sería buena desde el punto de vista semántico, impide aceptarla la falta en que por ahora nos hallamos de un sustantivo griego que pudiera dar
grátil o
gratil (gr. mod.
κράτυσμα ‘refuerzo’, gr. ant. [raro]
κρατυσμóς íd., no explicarían la terminación romance).
Si es antigua la variante drátil citada por Fz. de Navarrete tendríamos una etimología convincente: el neerl. draad, alem. draht ‘hilo grueso o revestido, cordón, alambre’; de ahí habría salido *drate, el cual se habría cambiado en drátil según el modelo de maste cambiado en mástil; el cambio de dr- en gr-, por un vulgarismo que no es raro en el lenguaje náutico―gramante por bramante, grivar por drivar o derivar en Fz. de Navarrete―, y explicable por la rareza de la inicial dr- frente a la frecuente combinación gr- (grampa, grímpola, groera, grúa, grada, grumete, etc.); la variante en -íl, -íllo, podría también explicarse por la frecuencia mucho menor de las palabras paroxítonas en -´il . Todo esto es harto natural y convincente, pero sorprende entonces la antigua fecha en que se documenta el vocablo en Italia y el área principalmente mediterránea del mismo. Nada se podrá resolver hasta que demos con documentación antigua más abundante y encontremos testimonios de la forma en dr- en Francia y España.