GARBINO, ‘viento del sudoeste aproximadamente’, del ár. ġarbî ‘occidental’, ‘viento oeste’, derivado de ġarb ‘lugar remoto’, ‘occidente’, de la raíz ġárab ‘marcharse, ausentarse’; tomóse probablemente por conducto del cat. garbí.
Define este diccionario «nombre de un viento en el Mediterráneo, que también llaman Levéche, y corresponde al Sudovest en el Océano». Efectivamente, es vocablo raro en castellano, nunca empleado en la literatura de Indias ni en las narraciones de la época de los Descubrimientos. Villaviciosa era de Cardenete (Cuenca), y en Cuenca publicó, en su juventud, el poema donde figura el vocablo
1: su conocimiento del mar era un conocimiento reflejo, a través de la próxima costa valenciana. Sin negar que pueda emplearse en algún lugar de la costa andaluza, no hay duda de que donde el vocablo tiene verdadera vitalidad es sólo en las zonas de lengua catalana
2, donde es muy antiguo (S. XIII: Crón. de Jaime I), y de uso muy popular y vivaz en todo el territorio lingüístico. No es propiamente el viento sudoeste, lo cual se expresa con la voz
llebeig: ésta es la única que expresa un punto cardinal preciso; en cuanto a
garbí, se opone vagamente a
llevant, en el sentido de viento, o dirección paralela a la costa; mirando desde mar a tierra, está a
garbí todo lo que viene de la izquierda; por lo tanto, su dirección precisa depende de la que tiene el litoral, que oscila en Cataluña entre la dirección OSO. y SSO. El catalán hubo de tomar este préstamo árabe cuando la Reconquista se hallaba en sus primeras etapas, durante el lento avance por el Campo de Tarragona (S. X), cuando todavía no se hablaba catalán en el País Valenciano, cuya costa corre en dirección general de Norte a Sur. Así se explica de un modo natural la desviación semántica que el vocablo experimentó al pasar del árabe al romance, y que es general en todas las lenguas neolatinas. Esta desviación sería mucho más difícil de explicar si partiéramos de otros romances. El it.
garbino, que también se documenta desde el S. XIII, fué propagado desde Pisa, según Vidos (
Parole Marin., 422-3, 93); creo que esto es cierto, pero en lugar de admitir un préstamo arábigo directo como éste hace, opino que los pisanos aprendieron el vocablo de los catalanes en la expedición conjunta que con éstos llevaron a cabo a principios del S. XII contra los moros de las Baleares, o quizá ya anteriormente en otras operaciones que combinaron con las fuerzas del Conde de Ampurias. Pellegrini (
Rendic.
Accad.
dei Lincei 1956, 157-8) cita ejs. de
Garbo S. XIII y de
Garbì 1397 y 1608, en fuentes pisanas, en el sentido de ‘tierras del Occidente musulmán’, y en vista de ellos duda de la trasmisión catalana; pero de nada sirve documentar esta raíz arábiga en docs. de italianos más o menos antiguos: se trata del cambio de
-î en
-ino, que difícilmente se habría producido sin un intermediario catalán, indicio con el cual coincide el cambio semántico en la dirección del viento. Nótese además que en italiano es término literario y no popular (Petrocchi). Y finalmente comprueba la procedencia catalana la variante antigua
gherbino, con su
e debida a la pronunciación del catalán oriental
3.
En cuanto al fr.
garbin, asimismo voz mediterránea exclusivamente, hay que distinguir las primeras apariciones esporádicas del vocablo en los italianos B. Latini y M. Polo, y aun en Joinville, en los cuales es naturalmente italianismo crudo e individual, no asimilado por el idioma, del uso común, iniciado por Rabelais en el S. XVI, en el cual será de procedencia catalano-occitana. El punto fundamental en mi razonamiento es que el cambio fonético de la terminación del ár.
ġarbî en
garbino no se explicaría en el caso de un préstamo árabe directo, pues los numerosísimos adjetivos arábigos en
-î dan constantemente cast.
-í (
jabalí,
alborní, etc.), o a lo sumo, y sólo en casos rarísimos,
-ín; pero la adaptación de un vocablo catalán en
-í cambiándolo en
-ino es natural, dada la correspondencia fonética de los dos idiomas, y de hecho se produce normalmente en gentilicios catalanes de origen arábigo (
alacantí,
tortosí,
pegolí,
mallorquí > cast.
alicantino,
tortosino,
pegolino,
mallorquín).
Ha insistido últimamente en el estudio del origen del cat. garbí y congéneres M. Metzeltin, Est. Rom. del IEC XIII, 1968, 43-54.
En árabe, ġarbî, como adjetivo, en el sentido de ‘occidental’, pertenece ya a la lengua clásica, y sustantivado como nombre de viento figura en PAlc. y tiene curso en Egipto (Bocthor). El paso de la idea de alejamiento a la de lugar occidental se explica históricamente por la desmesurada extensión del Imperio árabe hasta el Magreb y el Andalús.