GALOTA, del fr. calotte ‘solideo’, de origen incierto; como en la documentación más antigua designa el bonete distintivo de los judíos, es verosímil que venga del ár. kalláȬta ‘bonete de hombre’, palabra muy antigua en el próximo Oriente, pero esta etimología presenta algunas dificultades.
1.ª doc.: galocha, 1615, designando el bonete que lleva Don Quijote herido y guardando cama, II, xlviii, 179r°; galota, como ant., Acad. ya 1817.
No creo posible separar calota del ár. kalláȬta «capellus» en R. Martí (S. XIII), que también figura en el egipcio Makrizí (princ. S. XV) y en las Mil y una Noches, como prenda para cubrirse los hombres; en otros autores orientales figura kaláfta, variante que hace pensar en una pronunciación bizantina del mismo vocablo1; por otra parte, existe klaȮt en copto, como nombre de un capuz de fraile, el vocablo tiene parentela en siríaco y quizá en otros idiomas del próximo Oriente, y de él debe proceder el lat. calautica ‘especie de mitra atada con trencillas, que llevaban las mujeres distinguidas’; vid. Lagarde, Göttinger Nachrichten, 1886, 124-131 (que niega haya relación lingüística con el persa kulâh); Dozy, Suppl. II, 482a. Puesto que sabemos por R. Martí que kalláu_V%ta era usual en el árabe del Oriente hispánico en el S. XIII, es difícil negar la relación de este vocablo con la calota que llevaban los judíos marselleses por el mismo tiempo, y dado el antiguo arraigo en Oriente, se impone suponer que la palabra francesa venga del árabe. Sin embargo, es extraño que la forma occitana sea calota y no calauta, lo cual sugeriría el paso a través del catalán, idioma donde apenas lo hallamos. Convendría corroborar la etimología con una investigación histórica de los objetos en cuestión y buscar más documentación occitana y catalana.
Las demás etimologías son desde luego inferiores. Derivar del gr. καλύπτρα ‘especie de galota’ (etimología sugerida dubitativamente por Schuchardt, ZRPh. XXV, 491, que más bien parece inclinarse por el ár. kalláu_V%ta ; y aceptada por el REW, 1536, y Gamillscheg, EWFS, s. v.) no es posible, porque no se explicaría la pérdida de la r. Los puntos de apoyo que indica Spitzer, ZRPh. XLIII, 340, son meras posibilidades, las variantes que cita son todas modernas e indudablemente secundarias, y partir en definitiva de los términos náuticos cale ‘abrigo’ o caler ‘calar (redes)’, ‘calarse la gorra’ es inverosímil por razones semánticas y otras; todavía lo es más partir de variantes recientes del fr. écale ‘cáscara de nuez’, como proponen el mismo Spitzer y Sainéan, Sources Indig. II, 239; I, 146.
1 Hoy se halla kalûƫa en el árabe magrebí, pero es forma sospechosa de origen francés o europeo. Vid. Simonet, s. v. callauta. ↩