FORTUNA, tomado del lat. fortūna ‘fortuna, suerte, azar’, derivado del defectivo fors, fortis, íd.
1.ª doc.: med. S. XIII, Buenos Prov. 29.20; Zifar 9.7; Villasandino, † h. 1425, Canc. de Baena, n.° 215, v. 11; 1448, Diál. de Bías contra Fortuna, por el Marqués de Santillana.
Es cultismo poco usado en la Edad Media (falta
Cid, Berceo,
Apol.,
Calila, Ms. bíblico I j 3 del Escorial, J. Ruiz,
Conde Luc., Glos. publ. por A. Castro). Figura también en APal. (89
d, 167
b, aunque se refiere sobre todo a la Antigüedad) y en PAlc. (con sentido desfavorable); es frecuente ya en el Siglo de Oro. Quizá más antigua en los textos es la ac. ‘borrasca’, que ya figura en el aragonés
Yúçuf h. 1300 (53
b) y en varias fuentes desde 1400. M. R. Lida,
J.
de Mena, p. 245, cita otros ejs. cast. de la ac. ‘borrasca’, y llama la atención hacia un pasaje de Heródoto donde se habla de las naves naufragadas «en las presentes fortunas» (
τύχƓσι). El derivado
fortunal ya en el
Marco Polo (S. XIV), otro texto aragonés (vid. C. Consiglio,
RFE XXVII, 441). Se trata de un vocablo esencialmente mediterráneo, que surge contemporáneamente en Italia, Occitania y Cataluña
1, en el S. XIII, que en la misma época ya aparece extendido al Norte de Italia, y que más tarde se propaga al árabe, hoy muy arraigado y popularizado en el Norte de África (ya PAlc.; vid. Simonet, s. v.), y en los varios idiomas balcánicos. A pesar de Vidos (
Parole Marin., 399-403), no hay razón para buscar un punto de origen único y suponer que éste sea Italia: se trata de un vocablo común a los varios romances mediterráneos, que si no procede del latín vulgar (nótese el
procella fortunae de Séneca), vendrá de todos modos de la fase romance más antigua. Sin embargo, la conservación constante de la
f- y la aparición inicial en textos aragoneses invitan a creer que en Castilla, país interior o cantábrico (quizá no en Andalucía), es importación procedente del Este, y en definitiva catalana; no es posible, dada la fecha, suponer importación italiana, como hace Terlingen, 232. En cuanto a la explicación semántica, me inclino a creer, como ya hizo Tallgren (
Neuphil.
Mitt. XXII, 53-58), que es eufemismo, destinado al principio a evitar lo alarmante de voces como
prccella,
tormenta,
tempesta, etc.; no creo, con Wartburg (
FEW III, 737), que deba partirse de la idea de ‘desgracia’, que está poco extendida y en parte es tardía entre los representantes romances del vocablo; V., además, Jud,
Neuphil.
Mitt. XXII, 154; Spitzer,
Lexik.
a.
d.
Kat., 78; M. L. Wagner,
RFE X, 232n.
DERIV.
Fortunal ant., no parece ser adjetivo, como dice la Acad., sino sólo m. como sinónimo de ‘tormenta’ (V. arriba). Fortunoso. Afortunado [h. 1400, Canc. de Baena, vid. DHist.], de donde el raro afortunar; también fortunado [1256, Aben Ragel, Libro Conplido, 86a, 87b]. Infortunio [ya 1444, Mena, Lab. 196g; 1570, Mármol], tomado de infortūnĭum íd.; infortunado [h. 1540, P. Mejía]; infortuna [1256, Aben Ragel]; infortuno; infortunar [1256, Aben Ragel].
Fortuito [APal. 64d, 167d], tomado de fortŭītus íd., otro derivado de fors.
1 Muy frecuente en toda la Edad Media (Muntaner, etc.), y ya en el S. XIII, puesto que se halla en todas las partes del Consulado de Mar (cap. 70 y passim). La documentación más antigua parece ser la de Peire Cardenal, que corresponderá aproximadamente al año 1200. ↩