FLORIPONDIO ‘nombre de varios arbolitos sin fruto, del género Datura, oriundos del Perú y hoy extendidos por casi toda América, que producen una gran flor solitaria, de olor delicioso, sobre todo de noche, pero perjudicial si se aspira mucho tiempo’, compuesto de flor con un segundo elemento de origen incierto.

1.ª doc.: 1590, J. de Acosta; 1607, Oudin; también en Ovalle, 1644, y según Malaret, Semánt. Amer., 99, en A. de Herrera, 1601.

Hoy se extiende desde el Uruguay y el NE. argentino, Bolivia y el Perú por todos los países de la costa occidental hasta Méjico y a Cuba y Venezuela. Hay las variantes floripón (Uruguay, Arg.1 y S. de Colombia), florifundio (en ciertos estados de Méjico: Guanajuato, Guerrero, Oajaca y Querétaro, según R. Duarte y BDHA IV, 289), floricundio (Yucatán) y floripundia (Guatemala y Nicaragua: Cuervo, Obr. Inéd., 194), todas las cuales, excepto la primera, se explican como deformaciones vulgares de un cultismo. Parece formación latinizante creada por algún naturalista, con lo cual coincidiría la observación de Acosta de que «algunos» le dan este nombre. Pero no está claro cuál sería el segundo componente de la palabra, ya que pondus, -ĕris, ‘peso’, no es muy apropiado al sentido: difícilmente podrá decirse que una flor sea pesada por grande que sea2. Para la terminación comp. la voz garipundio empleada tres veces por Lope, una de ellas en una lista de vocablos culteranos, BRAE XXVIII, 139 (epíst. 11.ª , v. 207, Obras Sueltas I, 425).

1 Principalmente en el Nordeste (Segovia). En el Oeste arg. creo que el floripondio es poco conocido; sin embargo hallo también floripón, en rima, en una copla popular recogida en Mendoza y S. Juan (Draghi, Canc. Cuyano, p. 93).―

2 A pesar de que es árbol originario del Perú no hay que pensar en un origen quichua en cuanto al primer elemento, ni aun suponiendo que se trate de una deformación de un vocablo de este idioma por influjo del cast. flor; pues no sólo es ajena al quichua la letra f, sino también los grupos iniciales de consonante más líquida. Sin embargo, es lícito plantear la cuestión de si es un híbrido. Ahora bien, -puni es sufijo quichua muy frecuente: pospuesto a verbos y pronombres es enfático, junto a sustantivos tiene también este valor y el de identificación, y sufijado a adjetivos les da un valor de superlativos absolutos: wasipúni ‘la casa inconfundiblemente’, miapúni ‘feísimo’. Pronto empezaron a hablar muchos indios peruanos una mescolanza de quichua y castellano, a la cual se refieren ya Concolorcorvo y el propio Inca Garcilaso, y de la cual hay actualmente numerosas manifestaciones en el Norte argentino, en Bolivia y Perú―p. ej. vidala, hipocorístico de vida con sufijo quichua, de donde el diminutivo doble vidalita y luego vidalítay ‘vidita mía’, con nuevo elemento quichua; picana ‘aguijada’, de picar con sufijo instrumental de la misma procedencia―; en este lenguaje híbrido, empleado para entenderse con los conquistadores, no sería sorprendente que hubiera surgido de una manera más o menos ocasional una formación *floripuni (paralela a wasipuni, apipuni, simipuni y tantos otros) para decir ‘la flor misma, la célebre flor, la flor por excelencia’, de donde saldría la forma hoy rioplatense y colombiana floripón, difícil de explicar como alteración de floripondio; éste, por otra parte, sería latinización debida a un naturalista. Por lo demás, nada de esto se halla en los diccionarios quichuas bajo los varios nombres de la ‘flor’ (ana, wata, sisa, tika), pero el hecho es que no logro hallar el nombre quichua del floripondio (falta en Abregú, y en el Vocab. Cast. Quich. de Ayacucho y Junín por los Franciscanos). Tampoco creo que se trate del aimará panti ‘flor’. Pero acaso floripondio no sea, al fin y al cabo, más que la deformación del adjetivo floribundus, que se emplea en la terminología científica de los botánicos (p. ej. thymus floribundus ‘tomillo salsero’, Colmeiro IV, 325). Hoy floripondio se emplea en Buenos Aires y en otras partes en el sentido figurado de ‘adorno presuntuoso y llamativo’. En Bogotá, además de la ac. ‘adorno presuntuoso y llamativo’ (ciertos predicadores gustan de emplear mucho floripondio), me dicen que tiene empleo concreto como nombre de cualquier flor de gran tamaño.