FLAMENCO, del neerl. flaming ‘natural de Flandes’.

1.ª doc.: flamenqo, Juan Manuel, † 1348, como nombre de la palmípeda Phoenicopterus roseus (Cej., Voc.); también flamengo en el mismo autor, L. del Cab. et el Escud., Rivad. LI, 251a.

Con el mismo valor aparece en Covarr. (no en la 1.ª ed. de Nebr.), en Huerta (1628), etc. No hay razones de peso para separar etimológicamente este nombre de ave del adjetivo étnico. Sin duda es cierto, y nos lo confirma Buffon, que nunca ha habido fenicópteros en Flandes, pero la explicación de este autor, admitida por Wartburg (FEW III, 600b y n. 8), Bloch y otros, de que es derivado occitano de FLAMMA con sufijo -enc, por el llamativo color rojo de su plumaje, es poco convincente desde el punto de vista semántico-estilístico1, y sólo podría admitirse por necesidad; no dudo de que fué realmente el color el detalle decisivo2, pero lo más probable es que esta denominación se refiera en último término a la tez colorada de los flamencos, como prototipo de la gente nórdica a los ojos de la población romance: sabemos, en efecto, que flamenco se empleaba como adjetivo aplicado a personas en el sentido de ‘encarnado de tez’, pues Desclot (fin del S. XIII) dice que D. Jaime el Conquistador era de «cara vermella e flamenca» y la Acad. nos advierte (después de 1899) que «se aplica a las mujeres de buenas carnes, cutis terso y bien coloreado»3; lo más verosímil es también que la heroína del poema occitano de Flamenca, mujer del Centro de Francia, famosa por su hermosura, recibiera este nombre por la misma razón, en contraste con el cutis más pálido de las provenzales4.

En cuanto a la ac. andaluza ‘agitanado’, ‘achulado’, ‘de aspecto gallardo’, está documentada en fecha reciente (1870, Demonio, ZRPh. V, 250) y la Acad. no la admitió hasta 1925 (más ejs. en Toro G., RH XLIX, 453); era todavía neologismo en 1897: «muy flamenco, como se dice ahora, no sé por qué», J. Valera, Genio y Figura, cap. 4. Schuchardt (ZRPh V, 251) admite que flamenco y germano ‘hombre de mal vivir, que habla germanía’ significaron fundamentalmente ‘gitano’, en memoria del hecho histórico del paso de los gitanos a través de Alemania (concepto geográfico confundido en España con el de Flandes) antes de llegar a España. Pero es probable que el nombre de la germanía española tenga que ver con las germa-nías valencianas o hermandades del pueblo ligadas contra la nobleza, y en cuanto a flamenco, no ha significado jamás ‘gitano’ con carácter étnico, y su aparición tan tardía desaconseja relacionarlo con hechos del S. XVI o anteriores: creo verosímil que la idea básica en este caso sea ‘gallardo, de buena presencia’, de ahí ‘de aspecto provocativo y agitanado (hablando de mujeres)’ (vid. el ej. de Rz. Marín en Toro G.), y la aplicación al cante flamenco será secundaria. Con esto volvemos en definitiva a la idea de los colores vivos. La evolución semántica sería, pues, ‘gallardo, de aspecto provocativo (mujer)’ > ‘de aire agitanado’ > ‘canto agitanado’5. Creo que son Isidoro de las Cajigas y Fermín Requena, cronista de Antequera, quienes han difundido la idea de que el nombre del cante flamenco vendría del de unos inmigrantes árabes, campesinos expulsados del Magreb en el 740 por un levantamiento africano, que habrían llevado el nombre de fellah mencus «campesino exiliado». Que fallâɅ significara ‘campesino’ puede aceptarse, aunque en árabe clásico y occidental más bien es ‘cultivador’; pero no está claro lo que sea este mencus (‘desterrado’ es manfî; mankûs ‘(enfermo) que ha recaído’, manqûɊ ha podido significar ‘disminuido’, pero ni el uno ni el otro son ‘desterrado’). Por lo demás la idea es absolutamente inverosímil desde el punto de vista de la historia del vocablo y de la historia del cante flamenco, y presenta todavía otras graves dificultades fonéticas y semánticas.

Como sustantivo, flamenco se ha empleado en el sentido de ‘cierta especie de cuchillo’ en Andalucía y en el Plata (Cuervo, Ap., § 676n.), denominación relacionada con la fama de los cuchillos de Bolduque y de Malinas (vid. BALDUQUE) 6.

DERIV.

Flamenquería. Flamenquismo. Flamenquilla [Paravicino, † 1633].

1 Hubiera sido más natural una denominación como rogenc o vermelhenc; un derivado *flamenc no es imposible que significara de ‘color de llama’, pero no es probable como denominación popular. Nótese que los ejs. de foguenc que cita Levy significan todos ‘ardiente’, y aunque Raynouard da uno en verso donde es sinónimo de vermelh, se trata ahí de un epíteto poético y ocasional, no de una denominación viva (no hay un artículo *fouguen en el diccionario de Mistral). Por lo demás, nótese que el oc. mod. flamen no aparece hasta fecha reciente, y si bien Rabelais lo documenta indirectamente con su fr. flamant, de todos modos mucho más antiguo es Juan Manuel. He aquí los pasajes de Rabelais: «oranges flammans (qui sont phoenicopteres)» (Gargantua, cap. 37, ed. 1919, p. 188), «un Phoenicoptere, qui en Languegoth [‘lengua de Oc’] est appelle Flammant: les oeilz avoit rouges et flamboyans comme un pyrope» (IV, cap. 41, p. 156).―

2 Menos sugestivo me parece el andar vacilante del flamenco, que Sainéan, Sources Indig. II, 369, relaciona con el prov. flamen, flamand, ‘indolente, roncero’ y con la flema de la gente de Flandes.―

3 En Puerto Rico es ‘delgado, flaco’ (Navarro Tomás, El Esp. en P. R., 199).―

4 Recuérdese además el pasaje de Cervantes citado por Diez «en las teces de rostros tan lustrosos parecéis de padres flamencos engendrados».―

5 Pudo haber influjo de la idea de Flandes como país de la abundancia (no hay más Flandes en Quevedo, y otras locuciones citadas por Fcha. y muy estudiadas por otros), pero sería vago e indirecto. No convence la relación con pícaro < picardo formulada vagamente por Mulertt, VKR III, 135, 144-8.―

6 Entre los judíos de Marruecos flamengo designa a los judíos de procedencia europea (BRAE XIII, 521; XIV, 139; XV, 521), seguramente a causa de que los sefardíes portugueses refugiados en Holanda se tomaron como representativos. Jud, Rom. XLIII, 603, cita port. flamengo ‘estafador, bribón’ y sardo frammengo ‘débil, ligero, pobre, hombre de poca fe’, denominaciones que podrían tener relación con flamenco ‘achulado’, pero más bien creo serán ecos de la mala fama que gozaron en España los financieros flamencos del tiempo de Carlos V. Insisto en el detalle, a mi entender decisivo, de que para los andaluces flamenco no es calificación peyorativa, sino todo lo contrario. Véase, además, FARÁNDULA.