FEUDO, tomado del b. lat. feudum, latinización del fr. ant. y oc. ant. f(i)eu íd., que procede probablemente del fráncico *FËHU ‘posesión, propiedad’ (gót. faíhu ‘bienes’, a. alem. ant. fihu ‘ganado’, alem. vieh íd., ags. feoh, ingl. fee ‘paga’).
Para documentación castellana, vid. M. P.,
Cid, p. 777. Acerca de la discutida etimología, V. principalmente
FEW III, 442-5 y la bibliografía allí citada (comp. Gamillscheg,
EWFS, s. v.
fief; Bloch). Del estudio más reciente del jurista H. Krawinkel, en
Forsch.
zum dt.
Recht, Weimar 1938, 156 pp., pueden sacarse datos jurídicos de interés, pero su tesis de una etimología
FISCUS ‘fisco, tesoro público’, ‘producto tributario de un feudo’, es inadmisible desde el punto de vista lingüístico, como indica Lerch,
RF LIV, 437-44; otro pequeño resultado es que el b. lat.
feudum o
feodum no aparece antes del año 1010, y los testimonios anteriores, en particular el de 884 que solía citarse, son falsificaciones. Como
feum ya se halla en 960,
fevum en 990, y las formas romances más antiguas suponen también una base sin
-D-, se agravan todavía las dificultades fonéticas, antes ya insuperables, que se oponían al étimo
FOEDUS ‘pacto’, defendido por varios y últimamente por
BrØndal,
Donum Natalicium Schrijnen, 1929, 447-52; también disminuye la verosimilitud del étimo
*FEHÔD ‘posesión en ganado’, ‘bienes muebles’, defendido por Braune y Gamillscheg, y que ya era difícil en vista de la posición del acento. Desde el punto de vista semántico la etimología que admito es satisfactoria, pues es natural que en el feudalismo el vocablo germánico para ‘bienes, propiedades (en general)’ se convirtiera en ‘bienes feudales’
1, y se reservara
alodio, propiamente ‘posesión completa’, para la propiedad libre. Desde el punto de vista fonético no hay dificultad alguna para explicar el cat. ant.
feu ni la forma
fieu que es casi general en lengua de Oc, así como los derivados oc.
fevatge,
fevatier, etc., cat. ant.
fevater y
dret feví ‘derecho feudal’
2; también se explica así la mayor parte de las formas del francés primitivo (
FEW III, 442
b), pero otras ofrecen dificultades:
fiet sing. y
fiez pl. compl., en
Roland, 472, 76
3 y en algún otro texto arcaico; con ellas coincide la
-z- de las variantes occitanas
feuzal,
feuzatge,
feuzament, documentadas en los SS. XII y siguientes, aunque el radical
fev- no es menos frecuente ni antiguo; de todos modos estas formas postulan aparentemente una base con -
D- y, junto con el b. lat.
feudum, podrían apoyar hasta cierto punto la etimología
*FEHÔD (si no
FOEDUS). De una forma romance emparentada con éstas quizá sale el vasco vizc.
dedu ‘honra, decoro’, Michelena,
BSVAP XI, 291. La evolución semántica sería igual a la del románico
honor ‘feudo’, si bien en sentido opuesto. Como por otra parte estas etimologías presentan dificultades fonéticas mucho mayores, las variantes en cuestión podrían explicarse según quiere Wartburg por influjo del b. lat. antiguo
alodum ‘alodio’, pero me parece preferible admitir que hubo una etimología popular que relacionó
feu con el fr. arcaico
fedal ‘vasallo’,
fedalté ‘vasallaje’ y correspondiente oc.
fezaltat, que venían de
FIDELIS, pero que debieron percibirse popularmente como derivados de
feu: de ahí el
fiet de
Roland y el oc.
feuzal, etc.
4. El lector acoge con curiosidad muy escéptica el anuncio de Aebischer (
Mélanges Hoepffner, 1949, 178n.), de que se propone demostrar que esta palabra viene del greco-lat.
emphyteusis; sin duda debe de pensar que el vocablo pasó a las demás lenguas romances y al bajo latín desde el francés, y ahí habría tenido desarrollo fonético estrictamente hereditario ([
em]
phy[
i]
eus[
is]), lo cual parece algo contradictorio con la naturaleza jurídica del vocablo y con la conservación de
eu; además la trasmisión a los demás romances y al bajo latín no habría podido ocurrir antes del S. XII, en que acabó de perderse en francés la -
T- intervocálica, fecha demasiado tardía.