FARALLÓN o FARELLÓN, ‘roca alta y tajada que sobresale en el mar’, amer. ‘íd. en tierra firme’, del cat. faralló 1.ª ac. (o del it. merid. faraglione), y éste probablemente de un *FARALIONE metátesis del gr. ưαλαριNjν, participio activo del verbo ưαλαριĘν ‘estar blanco de espuma’.
1.ª doc.: farallón, 1431-50, Díaz de Gámez (Cej. Voc.); 1493 (Woodbr.); farellón, 1590, José de Acosta.
En tierras de América, farellón se emplea también para un islote peñascoso1; pero lo típico de allí, de acuerdo con las tendencias semánticas americanas (Corominas, AILC I, 10-11, 26), es la aplicación de este término marino a la topografía del interior, con referencia a grandes peñascos de las montañas: así farallón en el Este de Cuba (Pichardo, s. v.), en los Andes chilenos y en la Arg., particularmente en el Norte y Oeste2. Muy frecuente también en las Cordilleras colombianas: son famosos los Farallones del Valle del Cauca, Farallones de Gachalá y de Medina, unos 70 kms. al Este de Bogotá, etc.; en este país siempre con -a- ante la -ll-. En Italia, el vocablo se localiza en Capri y en Sicilia, y un Faraglione di mare se menciona cerca de Civitavecchia h. 1500 (Diz. di Marina). Hay también el port. farelhão (Fig.; C. Michaëlis, RL III, 162); los Farilhões, en efecto, son por ej. un grupo de isletas en el Atlántico, unos 20 kms. mar adentro de Peniche, al Norte de Lisboa. C. Michaëlis, M-L. (REW, 6463) y el Diz. di Marina, creen se trata de un derivado de faro, por ser islas donde se ponían farolas, y el último cita faraglione ‘faro grande’ en el diccionario marino de Guglielmotti (1884) y fariglione ‘faro pequeño’ en el de Bustico (1933); pero claro está que estas definiciones, que el citado Dizionario sólo acoge con reservas, no son más que interpretaciones seudo-etimológicas del vocablo que nos interesa.
Ahora bien, faraglione difícilmente podría explicarse como derivado de faro en italiano (en catalán mismo sería inexplicable entonces la forma dialectal faraió), y de hecho el farallón suele ser demasiado pequeño para que en él quepa un faro. Creo, pues, más verosímil la etimología griega, alusiva a las oleadas que cubren los farallones. La forma más conocida del verbo griego es ưαλƓριĘν, pero deriva de ưαλαρóς (jónico ưαλƓρóς) ‘salpicado de blanco’. Es vago y harto arbitrario el supuesto de Battisti de que faraglione sea supervivencia prerromana. Claro que no sale de un *FRAGULO, -ONIS, relacionado con FRANGERE, como dice GdDD 2906 (el ast. frayón tampoco prueba la existencia de tal base latina, pues es derivado romance del ast. frallar).
1 Así, p. ej., en la Guía del Veraneante de los Ferrocarriles chilenos, 1942, p. 114, con referencia a la costa de Concepción.― ↩
2 Fareyón o fariyón, oído en los Andes mendocinos. Con referencia a Catamarca o la Rioja: A. Franco, La Nación, 14-XII-1941; Quiroga en BRAE XVII, 324 (aquí el colectivo farallonal); en Jujuy: H. Carrillo, La Prensa, 5-X-1941; para Salta, vid. mi nota citada. Todos ellos dan la variante farallón. ↩