ESPOSO, del lat. SPĶNSUS ‘prometido’, participio de SPONDୱRE ‘prometer’.
En este texto sólo se refiere a las hijas del
Cid, desde sus esponsales hasta la boda, pero en Berceo
esposo ya tiene el sentido de ‘marido’ (
Loores, 1
d). Esta última ac. es corriente en toda la Edad Media; sería ya la ac. popular desde el S. XIII, aunque la etimológica ‘prometido’ o ‘desposado, el que está contrayendo matrimonio’, se mantuvo en un tono de lenguaje más elevado: Nebr. traduce
esposo por
sponsus, APal. 136
d lo emplea en el segundo matiz, y todavía
Aut. insiste en que éste es el verdadero sentido y aduce dos ejs. de Lope y de Valverde, si bien reconociendo que «el uso tiene introducido llamarse
esposo y
esposa los casados»
1. Cej. IX, § 217.
Esposo no ha sido nunca voz verdaderamente vulgar en el idioma, aunque en nada lo indica en castellano su evolución fonética, a diferencia de lo que ocurre en otros romanœs (fr.
époux); sin embargo, no debe considerarse cultismo ni semicultismo, pero en todos ellos pertenecería al grupo de vocablos de forma influída por el latín de la Iglesia. Hoy pertenece en España al léxico noble, y en América presenta mayor tendencia a vulgarizarse. La metáfora consistente en comparar las manillas con unas
esposas es ya antigua [J. Ruiz 497
c: la lección
posas de
S es lapsus, comprobado por el metro; APal. 263
d; Nebr.]; en buena parte de América
esposa ha tomado el sentido de ‘anillo episcopal’, vid M. L. Wagner,
RFE XX, 177.