Aut. no registra otra forma que escabelo, documentándola además en Fr. L. de Granada (escabelillo en Nieremberg); figura también en APal. («suppedaneum es escabelo que está so el pie», 477d), C. de las Casas (1570), Percivale (1591), Covarr. (1611) y la emplea Lope (Terr.); Oudin registra ambas y le imita Minsheu (1623); mientras que Sánchez de la Ballesta (1587) da escabello, y Terr., seguido por la Acad. (ya 1843) da la preferencia a escabel, que es efectivamente la forma moderna. Ella indica la probabilidad de que el vocablo entrara por Cataluña, donde lo implantaría la rigurosa etiqueta del rey D. Pedro el Ceremonioso: nótese la observación de Aut. «significa la tarimilla que se pone junto a la silla del Rey, Príncipe o Soberano, para que sobre ella assiente los pies»; ésta es, en efecto, la base semántica de la frase servir de escabel a (la ambición de) alguien, que es, en castellano como en catalán, aquella en que aparece el vocablo con mayor frecuencia. En este último idioma escabell se documenta desde 1430 (Ag.), comp. «tots aplatats, / fets l’escabell / jus los peus d’ell» en el Spill de J. Roig, a. 1460, v. 11701; después predominó allí la variante escambell (ya 1507) bajo el influjo de escamell (1503)1, procedente de la otra forma latina scamellum (o de un *scambellum, combinación de scabellum con scamnum)2. En Aragón entró otra forma escabech, procedente de Gascuña3.