ENTRAR, del lat. էNTRARE íd.
1.ª doc.: orígenes del idioma (intrato, en las Glosas de Silos; entrar, en el Cid, etc.).
DERIV.
Entrada [1100; BHisp. LVIII, 359; Cid]. Entradera ast. ‘escalera hecha en una cerca con piedras salientes a modo de peldaños, para servir de entrada a la heredad cercada’ (V). Entradero. Entrado. Entrador. Entrante. Entrático, arag. Cultismos: subintrar, subintrante, subintración.
1 Sin embargo el leonés, por lo menos en parte, va en este punto, como en otros tantos, con América: entrar a en Miranda de Duero, frente al portugués, donde a veces se dice así, pero generalmente se prefiere entrar em (Leite de V., Philol. Mirand. I, 473). Cuervo señala entrar a en el asturiano Jovellanos y además en los madrileños Moratín y Larra, pero aquél suele decir entrar en (dicc. de Ruiz Morcuende), y la otra construcción será arcaísmo literario en los dos.― ↩
2 Cuervo cita muchos ejs. de entrar a en clásicos y medievales, y no los da de entrar en. Conviene advertir, sin embargo, que esta última construcción no es menos frecuente desde los orígenes del idioma. Hay ya ejs. en el Cid (vid. M. P., p. 646) y en autores de todas las épocas, p. ej. entrar en el baño, Conde Luc., ed. Hz. Ureña, p. 231; entremos en nuestra idea, Quijote II, lxxiii (Cl. C. VIII, 310). La variante dentrar, debida a influjo de dentro, favorecido por la ultracorrección de la tendencia vulgar a dejar caer la d entre vocales, es vulgar en toda América (hasta papiamento drenta, Hoyer, p. 56), pero también se oye en Aragón y en textos aljamiados de la misma procedencia (Yúçuf y Leyendas de José y Alejandro, en la ed. de M. P., § 38; Cuervo, Ap., § 938; Corominas, RFH VI, 235). ↩