ENDIBIA, ‘escarola’, de una voz común al latín (intŭbus, intĭba) y a las lenguas semíticas; aunque la historia antigua del vocablo no está averiguada, es más probable que en romance proceda del árabe (Ȑanƫûbiya, híndiba) que del latín o del griego.

1.ª doc.: 1475, G. de Segovia (p. 48).

También en Nebr. («endibia: ierva conocida») Rob. de Nola (p. 101), Laguna, etc. Aparece con -b- antigua, en Nebr. y en Segovia, asegurada aquí por la rima. Es voz común con el port. endiva (Moraes, sin autoridades; también endívia en diccionarios más recientes), cat. merid. endívia1, oc. ant. endivia (un solo ej., hoy prov. y langued. endìvio, endivo, endévio), fr. endive (ya en un texto del S. XIII o XIV), it. indìvia (ya en Luigi Alamanni, a. 1546; también en Redi, † 1698, y en un texto anterior que no puedo fechar, traducido del francés por el Mtro. Aldobrandino). Es probable que las formas francesa y occitana vengan de la Península Ibérica, y no es imposible que la misma procedencia tenga la forma italiana; sin embargo, nótese que G. A. de Herrera (1513) dice que endivia se dice en Roma, y la denominación vulgar en Castilla era lechuga. En latín intubus e intubum son antiguos (desde Lucilio), y más tarde se halla intĭba (en Columela y Plinio Valeriano, a veces con -y-). En griego es tardío: ƒντυβον aparece en un geopónico y en una glosa latino-griega («indivia: ƒντυβον») de los Hermeneumata Einsidlensia, copiados en un códice de 1503 (CGL III, 265.65), y Ɔντύβιον es sólo medieval (Du Cange, 930).

Entre las lenguas semíticas, la forma hindab se halla en arameo, y el vocablo está abundantemente representado en árabe: Ȑanƫûbiya en las glosas mozárabes a Dioscórides (1219), en el malagueño Abenalbéitar († 1248), en el argelino Ab-derrazzac y en árabe oriental, híndeba, híndiba, héndiba o híndab en varios dialectos africanos y en árabe antiguo, h-n-d-bā en hispanoárabe (R. Martí; vocalizado húndebe en PAlc.), vid. Simonet, 184-5; Dozy, Suppl. I, 859b. Fonéticamente las formas romances no pueden venir de las latinas (por la d y por la i postónica); sí podrían venir de un femenino correspondiente al b. gr. Ɔντύβιον, que es lo que suele admitirse desde Diez (Wb., 126), pero este rodeo a través del griego sería muy chocante en una palabra que en griego ha de ser latinismo según los datos cronológicos y todas las apariencias; además esperaríamos entonces -bbȳ- en italiano (comp. gabbia, rabbia) y el paso de -nd- a -n- en catalán; además en este idioma el área del vocablo indica origen arábigo.

En cuanto al origen lejano, no hay acuerdo entre los lingüistas (Ernout-M. y Walde pensaban en origen griego, otros buscan en el antiguo egipcio), pero a la opinión de Lagarde (Semitica I, 61-62, vid. Göttingische Gelehrte Abhdlgn. XXIII) y de Muss-Arnolt (MLN V, 499-500) de que en latín procede del semítico y concretamente del púnico, se inclina últimamente también H. Bauer (vid. Walde-H.). Aunque en árabe no tenemos noticias de la base *Ȑanƫibiya o *hendíbiya que convendría a las voces romances, estas formas corresponderían a la combinación de las dos principales variantes árabes conocidas, y nótese por lo demás que el paso de -nƫ- a -nd- romance sería normal, puesto que hay muchos casos de ƫ > d entre vocales y en principio de palabra (Steiger, Contr., 150, 151).

1 Documentado desde el S. XIV (con la grafía andivia) en el Llibre de Cuina del S. XIV (Bol. de la Soc. Castellon. de Cult. XVI, 171: «si era hom que agues calor de fetge, mit hi un poc de licçons, o de andivia»). Ejs. del XVI en Ag. Hoy es vocablo propio exclusivamente del País Valenciano, las Baleares y riberas del Ebro (Tortosa y Scala Dei, en Arabia, Misc. Folklòrica, 162, 155); más al Norte se dice escarola.