ECO, tomado del lat. ēchō, echus, íd., y éste del gr. ƊχǠ ‘sonido’, ‘eco’.

1.ª doc.: 1570, C. de las Casas1.

Aut. y los clásicos (ya Góngora, Lope y Quevedo) lo hacen masculino; lo mismo Moratín, pero lo hace femenino en su Epístola a Andrés, parodia del estilo de Menéndez Valdés (ed. Acad. IV, 168).

DERIV.

Ecoico.

CPT.

Ecolalia [1939, supl. a la 16.ª ed. de la Acad.], compuesto con λαλεƗν ‘charlar, hablar’.

1 También en Oudin y Covarr., y es frecuente desde Lope y Góngora. Quizá se halla ya en poetas anteriores. El pasaje de APal. «Vaticanus... donde se oyan bozes por echo, que es sonido que redunda en oquedad», 516b, apenas puede citarse como prueba del uso en castellano; tampoco es prueba clara el ejemplo de Santillana que cita Smith (BHisp. LXI): «si eco respondía a sus discordantes voçes».