DURAZNO, del lat. DȢRACէNUS ‘de carne fuertemente adherida al hueso’ (melocotones, cerezas), ‘de piel dura’ (uvas).
1.ª doc.: J. Ruiz, 862b.
Aunque la etimología de DURACINUS como un compuesto es la más cierta, hay otras que no dejan de crear algunos problemas, sólo solubles con carácter definitivo mediante un estudio monográfico con mayor información de historia botánica. Keller, Lateinische Volksemyologie, 232, creía que duracinus era derivado de un *Duracium, forma latina de Δυρράκιον (hoy Durazzo), ciudad iliria: debe de hacer en efecto convergencia de dos étimos, pero más bien parece que sea la conexión con Δυρράκιον la debida a etimología popular. Por otra parte, en la terminología botánica medieval y renacentista se empleó rhodacenon; ahora bien, la traducción que se ha dado a rhodacenon es precisamente ‘melocotón’, «lat. persicus, cat. presseguer»1. No puedo detenerme a investigar la justeza y antigüedad de esta identificación. El caso es que ya el naturalista bizantino Alejandro de Trales (h. 570 d. C.), VII, 323, identifica el Ǧοƌάκινον con la περσέα o πέρσειον, árbol frutal muy nombrado por los naturalistas griegos más antiguos, desde Hipócrates y Teofrasto2. De todos modos Alexander Trallensis es posterior en unos 600 años a Catón, donde ya aparece duracinus aplicado a frutos de piel dura. Toda la apariencia es pues que rhodacinon no es creación griega sino alteración (como etimología popular de ρǞƌον ‘rosa, rosal’) del lat. duracinus, mediante metátesis.
DERIV.
Duraznero. Duraznilla. Duraznillo.
1 Así el dicc. catalán de On. Pou, a. 1575, p. 53. Las fuentes de Pou en este terreno no carecen de autoridad: su maestro fué el sabio Palmireno y además explotó las obras «De re hortensi» de Lázaro Bayfio.― ↩
2 Éste se define como árbol que nace en Egipto con un fruto gustoso, próximo al tronco. En todo caso περσέα ha de ser lo mismo (al menos en fecha ulterior) que el lat. persicus ‘melocotón’. ↩