DEMONIO, tomado del lat. tardío daemonĭum íd., y éste del gr. ƌαιμǠνιον ‘genio, divinidad inferior’, entre los cristianos ‘demonio’, diminutivo de ƌαίμων ‘dios, divinidad’.

1.ª doc.: Berceo.

Es ajeno a muchos textos medievales, que prefieren el término más popular diablo (Glosas Emilianenses, Apol., Conde Luc., Libro de Buen Amor). En S. Dom. 62d el demon, procedente del primitivo daemon, -onis (quizá demon se acentuaba en la sílaba inicial como el gall.-port. demo1 ―ya en las Cantigas [«a carta de fereza con o démo» 3.2 y passim, junto al plural demões 26.59, 38.75, etc.] y en el Canc. de Baena, vid. W. Schmid― aunque no puede asegurarse, pues en el texto de Berceo dependería ello de una variante de otra palabra del mismo verso, en la que discrepan los manuscritos). Hay muchas deformaciones eufemísticas, p. ej. demontre y demonche, que son generales; demongu, demorriu y degorriu, asturianas (V), dengorrio vizcaína (Vigón). Demoño forma popular ant., hoy ast. (V).

DERIV.

Endemoniado [Nebr.], antes se dijo demoniado [Berceo; APal., 30b, 136b; Nebr.]; ast. demoñáu, demongáu, demontráu o demorriáu, ‘aplicado a la persona que ha hecho algún daño’ (V); endemoniar [J. del Encina, RFE XL, 154 (endimoñar); S. XVII: Aut.]. Demoñejo, demoñuelo. Demoníaco. Demonial.

CPT.

Demoniomanía. Pandemónium [Acad. 1899 ó 1914], con πĘν ‘todo’. Compuestos de ƌαίμων: demonomanía; demonolatría; demonología; demonomancia (compuesto con μαντεία ‘adivinación’).

1 «Un demo que leva as almas» Castelao 100.32.