CURSI, ‘de mal gusto’, vocablo semi-jergal, de origen incierto; tomado probablemente en Andalucía del ár. marroquí kúrsi.

1.ª doc.: 1865, Emilio Lafuente, Cancionero Popular: cita de Schuchardt, ZRPh. V, 2651.

Este autor niega la opinión de Lafuente de que sea de voz de origen gitano, y manifiesta haber oído en Andalucía varias explicaciones etimológicas que no le satisfacen, sin concretarlas. Sbarbi, Florilegio o Ramillete Alfabético de Refranes, 1873 (reproducido en El Averiguador Universal, 1880, II, 102-3), explica que en una ciudad andaluza unos jóvenes, que para burlarse usaban un lenguaje especial, consistente por le regular en el uso de la metátesis, dieron en llamar cursi a toda persona de vestir lujoso, pero desgarbardo, y a todo objeto chocarrero o inelegante, por alusión a las muchachas de una familia local que vestían así2.

Pero si es ésta la verdad o una de tantas anécdotas inventadas3 para justificar una etimología, es difícil decirlo, y por mi parte no veo apellido español corriente del cual pueda ser anagrama o metátesis la palabra cursi. Se podría pensar en el ingl. coarse (pron. kō(r)s) ‘ordinario, grosero’, y aun mejor ea su derivado coarsish ‘algo ordinario’, que pudo entrar en Andalucía por Gibraltar, perdiendo la -sh en la pronunciación andaluza; es verdad que entonces se esperaría más bien *corsi, aunque un sonido extranjero como la o inglesa, guturalizada por la r siguiente, puede ser adaptado en las formas más inesperadas en una población en parte bilingüe como la de Gibraltar no extrañaría una adaptación a curso, equivalente esp. del homónimo ingl. course), lo cual es también incierto.

Quizá señale una buena pista el adjetivo (y sustantivo) cursiera, guarniciones cursieras, aplicado según Borao a los arreos de gala de un caballo por Leonardo Argensola, en su descripción del torneo de 1630: de ahí el habla achulada pudo sacar un cursi como de La Correspondencia sacó la Corres, o como se dice Nati por Natividad. Claro está que cursiera viene del fr. coursier en el sentido de ‘propio del corcel de torneo’. El efecto satírico de cursi se debería en parte a la aplicación de un término caballuno a los atavíos mujeriles. Numerosos ejs. de la variante crusiera en textos de la misma época citados por Leguina, Dicc. de Armería, confirman sin lugar a dudas la definición de Borao.

A Spitzer (MLN LXXI, 282) no le contentan, con razón, las dos etimologías que propuse, y sugiere una alteración de cursado ‘versado en cosas de moda’, con «sufijo jergal» -i. Lo cual tampoco satisface, ni se documenta nada análogo. Creo haber dado ahora con la solución. Será, de acuerdo con la procedencia andaluza, palabra tomada modernamente del árabe de Marruecos: el ár. kursî se pronuncia allí kúrsi (Daniel Ferré, Lexique Marocain-Français, Casablanca), y ya PAlc. acentuaba cúrci. Hoy, y ya en 1505, es «siège en bois, chaise» y objetos varios, comparables a éste (PAlc., Dozy, R. Martí, Beaussier, Cañes, etc.), pero según los diccionarios del árabe clásico vale también «science, savoir» y «savant, docte»: es decir, que desde ‘silla’ se pasó a ‘cátedra’ y de ahí a ‘ciencia’ y ‘sabio’. De ‘sabio’ se pasaba fácilmente a ‘pedante’ y ‘cursi’. Por lo demás la ac. ‘cátedra’ no es una mera hipótesis. PAlc. traduce curcí por «púlpito, predicatorio» y R. Lulio emplea alcurci como nombre de un mueble de madera en su Libre de Contemplació, cap. 234 y 271, traducido en la ed. maguntina por la palabra latina dolium, que me parece errata evidente por solium, es decir, ‘sillón alto (de jurisconsulto, de magistrado)’. En efecto, kursi en árabe magrebí no es un asiento cualquiera; además de otras acepciones más cotidianas (‘banco de madera’ ‘taburete’, etc.) tiene especialmente el sentido de ‘asiento de aparato’: el trono de un soberano, el sillón solemne donde se hace sentar a la recién casada en las ceremonias nupciales, y particularmente «siège de bois de professeur à la mosquée, chaire» (marroquí), «púlpito predicatorio» (granadino): de ahí el paso al sentido figurado de ‘personaje importante’ («gros bonnet») que Mercier, Dictionnaire Arabe-Français, registra como usual en Marruecos; los demás datos que agrego ahora los saco de M. Cohen, Le Parler Arabe des Juifs d’Alger, p. 505 nota, y de Brunot, Textes Arabes de Rabat II, 711. Luego parece que más que a través de una ac. ‘*pedante’, para llegar hasta ‘cursi’, se pasaría por ‘personaje de muchas campanillas, de grandes pretensiones’.

DERIV.

Cursería [Juan Valera, en Pagés]; cursilería [Vital Aza, en Pagés]. Cursilón, -ona, aumentativo corriente, que falta en Acad.

1 Ejs. de P. A. de Alarcón, Juan Valera y J. M. de Pereda, en Pagés.―

2 M. Sánchez Guerrero, en la misma revista, p. 163, confirma la anécdota y da el nombre del inventor de esta palabra, a quien él habría tratado.―

3 Parece que el fundamento de todo esto se reduzca al sainete de Fco. Javier de Burgos (n. 1842) La familia de Sicur que se representaba con música en Madrid en noviembre de 1899 presentando el cuadro de una familia típicamente cursi; pero ¿es Sicur un apellido real? Si lo ha sido es raro, y está claro que es ese Sicur el anagrama del adj. cursi ―ya preexistente a 1899 y aun a 1873― y no a la inversa, y que carece de interés averiguar si Burgos había escrito su obra ya en 1873 o sólo en los años 90 y si se inspiró o no en la realidad de una familia o fué la existencia de esa pieza dramática u otra creación la que dió lugar a esta leyenda etimológica. Por otra parte, Rafael León me comunica «la letra de la murga gaditana que se cantó el pasado siglo por las Srtas. de Tessi Court, elegantes a una moda de París que Cádiz no acabó de entender: tesi-cursi-cursi-técursitesi-cursi-cur. Cursi no fué, en su origen, peyorativo, sino todo lo contrario; pero mantiene desde entonces su sentido de afectación, de no conformado al uso dominante». Claro que no está ahí la etimología. Ya entonces correría cursi en Cádiz y los de la murga satirizarían a estas señoritas con las sílabas de su nombre; a no ser que las tales Tessi Court sean un mero mito seudoetimológico.