CRIOLLO, adaptación del port. crioulo ‘el esclavo que nace en casa de su señor’, ‘el negro nacido en las colonias, a distinción del procedente de la trata’, ‘blanco nacido en las colonias’, derivado de criar; el sufijo ofrece dificultades, pero es verosímil que se trate de un mero diminutivo portugués de cria ‘esclavo criado en casa del señor’.

1.ª doc.: 1590, P. J. de Acosta.

Todo el mundo está de acuerdo en que esta palabra nació en portugués y en que es derivada de criar; sólo el sufijo presenta un problema: ya Schuchardt en 1889 [ZRPh. XIII, 484n.1) escribía: «crioulo ist nur bezüglich der Herkunft seiner Endung dunkel». Bastará citar unas pocas autoridades. El P. Acosta: «algunos criollos, como allá [en América] llaman a los nacidos de Españoles en Indias». Garcilaso el Inca (Perú, 1602): «Es nombre que inventaron los negros y así lo muestra la obra. Quiere decir entre los negros, nascido en Indias; inventáronlo para diferenciar los que van de acá [es decir, del Viejo Mundo, que incluye África], nascidos en Guinea, de los que nascen allá [América], porque se tienen por más honrados y de más calidad por haber nascido en su patria, que no sus hijos, porque nascieron en la ajena, y los padres se ofenden si les llaman criollos. Los españoles, por la semejanza, han introducido este nombre en su lenguaje, para nombrar los nascidos allá» Juan y Ulloa (Perú, 1740): «Negros; éstos se dividen en dos estados... que son criollos y bozales [= recién llegados].» En castellano se halla también en Cervantes, Lope, Tirso, Góngora1, Quiñones de Benavente2, Ovalle (1642), etc.

Los testimonios portugueses que conocemos directamente3 son algo posteriores: el más antiguo es de 1632. Piso y Marcgraf (h. 1643): «natus hîc (= Brasil) ex utrisque parentibus Nigritis appellatur Criolo». Fr. Luis de Sousa (1632); «era muito valido d’el Rey hum Sacerdote crioulo: assim chamƟo lá [en el Congo] os que tem mistura de dous sangues». En el portugués de la India significa «fâmulo creado em casa desde a infância» o ‘hijo adoptivo’ (Dalgado, RL VI, 79), acs. que se documentan desde el S. XVII: «chegou da Igreja do Caes hum clerigo, que disse ser dos christƟos de S. Thomé; e fora crioulo do P. Reytor da Igreja de S. JoƟo» (P. FernƟo de Queiroz, Conquista de Ceylão, a. 1687). Éste es un uso evidentemente arcaico que nos muestra cómo el valor primitivo fué el de ‘crío, criazón’4.

Y que el vocablo se aplicó primeramente, en el Brasil recién descubierto, a los hijos de los negros, nos lo atestigua no solamente la autoridad del historiador Varnhagen, sino también el lexicógrafo brasileño Moraes Silva―que, a fines del S. XVIII, podía dar fe todavía del uso común en el Brasil colonial―, colocando en primer lugar la ac. «o escravo que nasce em casa do senhor». Claro está que en la nación portuguesa, que entre todas alcanzó el máximo de desarrollo colonial, sobre todo a proporción de la importancia de su territorio europeo, este uso ultramarino no podía dejar de repercutir en la Madre Patria, generalizando el valor semántico del vocablo: Bluteau, portugués del Norte, nos informa en 1712 de que gallinha crioula era la «nƟo comprada de fora, mas nacida e criada em casa» (Moraes cita un ej. en verso de capões crioulos con el mismo sentido, sin mencionar su autor), en la Ribera del Tajo se aplica a las aves de paso que se detienen en Portugal, y en el Minho un crioulo es un ‘crío o niño de teta’ (Figueiredo). Pero el vocablo nació probablemente en las colonias, como lo muestra ya la ausencia de usos parecidos en Galicia. En conclusión, muchos argumentos apoyan la etimología sentada por Cornu (GGr. I2, §§ 193, 275), Nobiling (ASNSL CXXV, 395) y Leite de V. (Antroponímia, 364): crioulo sería alteración de criadouro, -doiro, que Fig. define «susceptível de medrança, de se criar bem», de donde ‘el que se ha dejado criar en casa’ por oposición al negro bozal o recién llegado.

Perdida la -d- intervocálica, la segunda -r- se disimilaría en -l-. La única dificultad estriba en la pérdida de la -d-, consonante que no debiera desaparecer en portugués, pero ya Leite de V. (cito a través de Nascentes) sugirió la solución de esta dificultad: se trataría de una alteración del vocablo debida a la pronunciación imperfecta de los negros5. Es verdad que la -d- intervocálica no suele perderse en los dialectos criollos del portugués, tan bien estudiados por Schuchardt (ZRPh. XII, XIII), aunque es cierto que la mayor parte de sus ejs. se refieren a la posición inmediatamente postónica (-ada, -ado, -ido) y no conocemos bien las alteraciones que sufrió el idioma al aprenderlo por primera vez los africanos en el S. XVI; no deja de haber algún caso de alteración en las hablas actuales, que muestra la debilidad ocasional del fonema (sabro por sábado en el habla de Santo Thomé, XII, 311; compué por compadre en la Ilha do Príncipe, XIII, 474) y aun su caída total en la misma posición que estudiamos: así agradável se vuelve glavi (< graave) en Santo Thomé, gavi en la Ilha Príncipe y gabi en Annobón (ZRPh. XIII, 473).

Sin embargo, como la pérdida de la d intervocálica en el habla de los negros no es un hecho probado, es lícito y aconsejable buscar la explicación en otros sufijos. Ahora bien, un sufijo -oulo (-oilo) ha existido en portugués como representante del latino diminutivo -֊LUS; representante no genuino, por cierto, pero tomado del leonés o del mozárabe. Así hay lentejoula ‘lentejuela’, tejoula ‘tejuela’, ferragoulo ‘ferreruelo’ y especialmente moçoula ‘moza, muchacha’. Existiendo éste junto a moca no había dificultad en crear un crioula diminutivo de cría, que justamente se ha empleado en el Brasil con el significado de ‘esclavo o sirviente nacido y criado en casa del señor’ (Fig.); el masculino crio no sé que se emplee en Portugal, aunque ya lo encontramos muy cerca de allí, en Salamanca, y en el S. XV (Juan del Encina). La elección definitiva entre esta posibilidad y la de criadouro exigirá un previo estudio sistemático de los sufijos en el portugués del S. XVI y en el habla brasileña. Mas por ahora esta otra explicación me parece preferible teniendo en cuenta el uso antiguo crioulo de fulano que he documentado arriba en el S. XVII.

Sumamente inverosímil la explicación de Brüch (en Portugal, Festschrift der Universitat Köln, 1940)6, que ve en crioulo un lat. vg. *CREABŬLUM «niño criado en casa», hipótesis improbable en grado extremo histórica y morfológicamente, y del todo imposible desde el punto de vista fonético. ¿Cómo admitir un étimo del latín vulgar para un vocablo que nace en las colonias? ¿Cómo justificar una hipótesis latina, si además de fundarse en una sola lengua romance se habría formado con un sufijo que en latín de la baja época estaba muerto o moribundo?7. Pero además el vocablo sólo hubiera podido trasmitirse al portugués en una de estas dos formas: con conservación de la -B-, y entonces tendríamos *criabro o *criávoo, o con pérdida temprana de la misma consonante, si se hubiese tratado de un vocablo muy vulgar, de donde *CREAULU, con diptongo AU, como sin duda supone Brüch, pero entonces el resultado hubiera sido *criouvo, pues la -L- debía perderse inevitablemente (comp. CAULEM > couve): no sería posible conciliar un tratamiento semiculto de la -L- con la desaparición temprana de la B, que sólo se produce muy raramente y en palabras vulgarísimas (fr. tôle, parole, it. fola, parola; pero el iberorromance no conoce ningún caso: port., cast. palabra, arag. cañabla, cat. paraula, canaula, con au que supone AB’, a diferencia de AU > o).

En cuanto a la adaptación castellana de la voz portuguesa, es fácil de comprender desde todos los puntos de vista. Siendo el Brasil el gran país importador de negros, es natural que el vocablo se propagara pronto desde allí a la América española. En lo fonético se trata de un caso de aplicación de una norma de correspondencia fonética entre los dos idiomas, a una posición en que históricamente no se hubiera justificado, como la que demostré para el caso de caruja > GARÚA en RFH VI, 13, en cuanto a la eliminación de la -j- intervocálica: en nuestro vocablo el modelo lo dieron los innumerables vocablos en -elo a los que respondía el castellano con -illo: de ahí que criolo se hiciera criollo8.

Para las formas y fechas en que criollo pasó luego del español al fr. créole [crollo, 1598, creolle, 1693], y de éste a los demás idiomas europeos (ingl. creole, it. creolo), puede verse König, BhZRPh. XCI, 85-86, y Zaccaria, s. v.

DERIV.

Acriollarse [1889, en el rioplatense Granada].

1 RH XIV, 106.―

2 NBAE XVIII, 602. Otras de estas citas se hallarán en Aut. y en F. Ortiz, Afronegrismos, s. v.―

3 El que Friederici cita en primer lugar, atribuyéndolo a 1540, en realidad es de una obra escrita poco antes de 1878, fecha de su publicación, aunque se refiere al uso común brasileño en aquella fecha.―

4 Para más testimonios antiguos en los varios idiomas, consúltese Friederici, Am. Wb., 219-20, y Dalgado, 322.―

5 Una alteración más grave experimenta criollo en Cuba en boca de los individuos de esta raza, pues según Pichardo los negros que son hijos de negros ya criollos se llaman allí rellollos, que como indica Schuchardt vendrá de re-criollos.―

6 Este artículo no está a mi alcance. Sólo lo conozco a través de una reseña de ASNSL CLXXIX, 81, donde se le califica extrañamente de «convincente».―

7 La única formación nueva del latín vulgar, *CANNABULA, es por lo demás un denominativo (como ACETABULUM, y en rigor también RUTABULUM, que viene del participio RUTUM y no del infinitivo RUERE). Quizá CONCILIABULUM venía de CONCILIARE, pero popularmente debía relacionarse ante todo con CONCILIUM. Y ¿qué hubiera designado un *CREABULUM, de haber existido? Más bien un lugar o un instrumento que una persona, o cosa criada o creada, a juzgar por los demás ejs. Claro está que siendo creación de fecha latina debiéramos partir de CREAREcrear’, o ‘parir, engendrar’ y no del sentido romance ‘criar’, aunque éste no sería obstáculo insuperable.―

8 Como el diptongo ou se pronuncia ô en indoportugués y en general en todo el portugués del Sur, la forma port. criolo está muy extendida (Dalgado, Figueiredo). También se podría partir de crioilo, correspondiente a la antigua forma -doiro del sufijo -TORIUS, con paso de -l- a -ll- en castellano.