COLLAZO, ant., ‘hermano de leche’, ‘mozo que reciben los labradores, para que les labre sus heredades, y a quien suelen dar algunas tierras que labre para sí, a cambio del pago de un diezmo’, ‘criado’, ast. ‘compañero de servicio de una casa’, del lat. COLLACTĔUS ‘hermano de leche’, derivado de LAC, LACTIS, ‘leche’; las 2.ª, 3.ª y 4.ª acs. tienen probablemente el mismo origen, y se explican porque los collazos de labranza solían ser antiguamente hermanos de leche del caballero señor de las tierras, o de otros miembros de su familia.
El lat.
COLLACTEUS, -
EA, aunque aparece también en inscripciones hispanolatinas, se halla ya desde Juvenal y abunda en el material epigráfico de la Urbe
1.
Por tres pasajes de la
Crónica de 1344 (vid. M. P.,
Infantes de Lara, glos.) vemos que
collaço,
-aça, designaba a hermanos de leche de un noble empleados como sirvientes domésticos del mismo. En una ley de 1528 (
N.
Recopil. II, xi, 27) se menciona entre las causas de exención de tributos el ser «peón, allegado o criado, o amo [es decir ‘ayo’ o bien ‘marido de la nodriza’], o
collazo de algún Caballero u otra persona»; los collazos de los caballeros tenían aún otras exenciones y privilegios, según puede verse en Viterbo, s. v.
collacia I. Era costumbre, pues, que los hermanos de leche de los señores quedaran adscritos a su casa y se convirtieran en sus sirvientes. Con la decadencia de estas costumbres patriarcales, andando el tiempo, el nombre de collazo se aplicó a otros siervos, en especial entre los labradores de Castilla la Vieja y Andalucía, según nos informa
Aut., y a estos collazos se exigió un tributo por las tierras que les asignaban los señores, tributo conocido por
diezmo de los collazos (Covarr.). Una ac. semejante a ésta hallamos ya en docs. riojanos de 1209, 1227, etc. (M. P.,
D.
L., 84.6, 86.14). Pero, como indica Baist,
KJRPh. VI, i, 387, no es probable que esta ac. tenga otro étimo, según admitió M. P.,
Rom. XXIX, 343-4, a saber el b. lat.
collatio ‘especie de tributo’
2, que entonces hubiera debido cambiar de género y trasladarse del tributo a la persona que lo pagaba, supuestos hipotéticos. Así lo comprueba la
ç sorda que tiene el vocablo, aun en esta ac. consonante bien asegurada por la
Crónica de 1344 y por el texto de J. Ruiz, 1406
b, donde rima con
braço,
maço y
pedaço; ahora bien la
ç corresponde a
-CT?- y no a
-T?-. Para otros testimonios antiguos del vocablo, en castellano y en gallego, en el sentido de ‘mozo de labor, criado’, vid. Lamano, s. v.; ast.
collaciu «compañero; se dice de los individuos que forman la servidumbre de una casa» (V, quien lo cita con el valor de ‘colono’ en un doc. asturiano de 1599).