CIMERA, ‘figura de un animal fantástico que remataba los yelmos’, ‘penacho’, tomado del lat. chĭmaera ‘quimera, monstruo fabuloso’, y éste del griego ?ίμαιρα íd.
Este autor identifica el vocablo con el adjetivo
cimero («apex... es la
cimera parte de la cabeça... y es la
cimera del yelmo o del capacete»), y esta etimología es general hasta hoy en los diccionarios etimológicos (Diez, 99;
REW, 2438; Bloch y Gamillscheg,
EWFS, s. v.
cimier); sólo Moll, en el Dicc. Alcover, apunta tímidamente que «también podría salir de
chimaera», y la misma conjetura se permitió el editor del Du C. publicado por Didot; Mayans la dió ya en sus
Oríg.
de la L.
Esp. I, 129, comparando con
cirugía CHIRURGIA, cisma SCHISMA,
cédula SCHEDULA. Sin embargo este origen puede considerarse asegurado. Ya Nebr. traducía «
cimera sobre el ielmo» por
chimera, y, según cita de
Aut., «Haro en su Nobiliario la llama
Chimera, porque mui ordinariamente se compone de un animal chimérico: como un perro con siete cabezas, un tigre vomitando fuego, y otras semejantes»; éste es en efecto el tipo de cimera a que se refieren los ejs. más antiguos reunidos por este diccionario, por Du C. (s. v.
cimeria y
cimerium) y por las demás fuentes lexicográficas, y recuérdense cimeras famosas como el dragón alado que remataba el yelmo de los escudos reales catalanes desde el S. XIV. Véanse sobre todo los testimonios reunidos por Leguina, y en particular el de M. P., quien indica que las cimeras se importaron de Francia en este siglo, y en Castilla se conocieron más tarde que en Aragón. Sólo así nos explicamos las formas
ximera y
ximer que emplea Eiximenis [1385, Ag.], y la francesa
chimier de la
Conquête de Jérusalem (S. XIII), que constituye el ej. más antiguo del vocablo en cualquier idioma. Del mismo origen que la voz castellana: port.
cimeira (Gil Vicente,
Mofina Mendes, v. 9), cat.
cimera (y ant.
cimer), it.
cimiero, fr.
cimier, de donde a. alem. med.
zimier o
zimierde (con influjo de
zierde ‘adorno’). La forma fr.
cimere en el sentido de ‘quimera’ se halla en
Eustache le Moine (2.º cuarto del S. XIII) y en el
Recueil Trepperel.
El cultismo quimera, en sentido propio, aparece por lo menos desde Alvar Gómez, h. 1530 (C. C. Smith, BHisp. LXI), Lope y Covarr.