CEIBA, ‘cierto árbol bombáceo, de talla gigantesca, propio de los países ribereños del Caribe’, parece ser voz del taíno de Santo Domingo.

1.ª doc.: 1535, Fz. de Oviedo.

Cuervo, Ap., § 971; Hz. Ureña, RFE XXII, 180, Indig., 103, 118 y 120; Friederici, Am. Wb., 158-9. El P. Las Casas atestigua dos veces que se pronunciaba ceíba, pero ya J. de Castellanos a fines del siglo mide ceiba como bisílabo. (Para este caso y otros semejantes de cambio de acento, vid. Hz. Ureña, p. 111)1. En uno de estos pasajes (Hist. V, 322) declara formalmente aquel autor que era voz empleada por los indios haitianos («unos árboles que los indios desta isla llamaban ceyba; la y, letra luenga»). No hay otro testimonio, que yo sepa, del indigenismo del vocablo, que I. de Armas afirmó era de origen arábigo.

Más valor que esta opinión tiene el que en las costas de Galicia se llame ceiba una alga o sargazo en forma de cinta [Aut., s. v. alga]2. En esta ac. parece claro que el vocablo no es de origen americano, sino procedente de la palabra gall. ceive ‘suelto, en libertad’ (un muro ceibe, unha finca ceibe, Limia, Apéndice a Eladio Rdz.; Castelao3) o ceibo, -vo (Vall., Lugrís, Carré, Eladio Rdz.), ast. occid. céibe ‘suelto, libre (ganado)’ (Acevedo), port. sept. ceive ‘libre, no vedado (terreno, etc.)’ (Póvoa de Varzim y V. do Conde: RL X, 333), gall. ceivar ‘soltar, desatar, dar libertad a una persona, animal’4, miñoto y trasm. ceivar ‘soltar, dar libertad’, ‘desprender del yugo (a los bueyes)’, ‘abrir, destapar (un depósito de agua)’ (Vall., Fig.); el gall. ceiba ‘alga’, como vegetal que se mueve libremente, ha de ser idéntico a este vocablo, que su étimo sea el lat. CAELEBS, -էBIS, como admite Leite de V., RL X, 2335, o los lat. MANCէPէUM, EMANCէPARE ―según la opinión de C. Michaëlis, aceptada por el REW (2856) y anteriormente por Leite― o finalmente el hispanoár. Ȑiba ‘cosa no guardada, sobre la cual no se ejerce el derecho de propiedad’, como prefieren M. L. Wagner y Steiger (VRom. I, 183). Teniendo en cuenta que el adjetivo es más bien ceibe que ceibo en las fuentes del gallego normal y no hay más que ceibe en gallego-asturiano, en la Limia y en Portugal, más bien me inclinaría por CAELEBS, preferible también al étimo arábigo por razones geográficas y a MANCIPIUM por la mayor simplicidad de la etimología.

¿Sería posible admitir que la ceiba americana tomó nombre del sargazo gallego, que pudo muy bien ser conocido de los descubridores? No es inconcebible, pero me parece difícil por tratarse de vegetales separados por tan enormes diferencias, y por el contrario es muy verosímil que la ceiba americana, tan nueva para los españoles y tan impresionante por su gran tamaño, conservara el nombre con que la conocían los indios. Más difícil es averiguar de dónde viene ceibo, como nombre de otro árbol, anarcardiáceo, propio de la Arg.6; por lo demás la forma masculina ceibo fué aplicada por A. de Herrera (1601) y otros a la ceiba antillana (quizá a consecuencia del género masculino el ceiba a que hace referencia Friederici), y no es improbable que el árbol argentino fuese bautizado por los descubridores de Buenos Aires con el nombre de su homónimo tropical, que hubo de serles bien conocido.

DERIV.

Ceibal. Ceibón.

1 La acentuación ceiba no recibe apoyo de la afirmación de Toro Gisbert de que hoy pronuncia así la gente culta de Buenos Aires. En esta zona, donde páis, máiz (o méiz) han sido generales, la pronunciación opuesta, en palabra donde el diptongo es lo común, debe mirarse como un caso de ultracorreción. El testimonio de Zayas, en el mismo sentido, para la América Central, es dudoso que tenga mayor valor.―

2 Hay variante sin diptongo, que se explica fonéticamente así a base de CAELEBS (> céeba > ceba ~ seba) como de MANCIPIUM. Sarm., CaG. da sebas y xebas ‘especie de correas o cintas de argazo más anchas que la correola’ (83r), gall. sebiña, cast. seba, pontev. xiba (225r), ferrolano sebra (83r, 220v; y cf. pp. 205, 220). Menos probable en lo semántico sería identificarlo con el gall. sebe ‘seto vivo’ a base de la idea de ‘cinta que cierra el paso’. La -r- de la variante xebra será debida a influjo de xebrar SEPARARE.―

3 «Por verme ceibe de xeira tan macabra», «ceibe de murmuración», «o corazón ceibe» 202.15, 205.14, 284.21.―

4 «Ceibar a derradeira verba», «ceibar risadas, gargalladas, un período», «ceibarse dos moinantes, das influencias», Castelao 179.32, 226.11, 246.13, 71.22, 217.17, 76.5; ceibador: «botar fora de min, num brado ceibador, aquel medo abafante», Castelao 149.19, 28.7, 76.4.―

5 Contra éste objeta D. Alonso (Cuad. Est. Gall. II, 251n.) que la -L- no se hubiera perdido en asturiano occidental, ni, agregaré, en la Cabrera Baja. Claro que no es argumento decisivo tratándose de zonas fronterizas, donde puede haberse tomado de las vecinas hablas gallego-portuguesas. En la Cabrera se llamaban ceibas los «emparejamientos de mozos y mozas que, de mayo a octubre, dormían juntos por los palleiros de los pueblos, después que los hombres solicitaban a una mujer y ésta aceptaba» (Caro, Pueblos de Esp., 320). Esta arcaica ac. no creo que pueda invocarse en favor de MANCIPIUM: importante me parece ahí el matiz de ‘emparejamiento de solteros’.―

6 Datos en Martiniano Leguizamón, Hombres y Cosas que pasaron, 1926. Grabado en La Prensa, 14-IV-1941.