CARAMIDA, ‘imán’, ‘brújula’, ant., del gr. καλαμίτƓς, adj., ‘relativo a la caña’, nombre dado al imán porque en la Edad Media, antes de la invención de la brújula, lo ponían los navegantes sobre un trozo de caña para que flotara libremente en un vaso de agua marcando el Norte.

1.ª doc.: prínc. S. XV, Santillana.

Desde APal., 259d, y Fz. de Oviedo, se halla la forma calamita, que posteriormente es la más usada (alguna vez calamida). Cat. caramida [fin S. XIII: Lulio], oc. íd. [h. 1300: Vida de St. Honorat, ZRPh. XLVII, 425], fr. calamite [S. XIII], it. calamita [S. XIII: Jal, p. 383a]. En árabe se halla qaramîƫ en unos versos que se suponen recitados en el año 854 de Jesucristo, según una historia del S. XIII (Dozy, Suppl. II, 337-8; Simonet, 100), y el b. gr. καλαμίτα ‘imán’ aparece también en un texto medieval, y su -α parece indicar procedencia romance. Pero no puede dudarse de que el origen último es griego, en vista de que el vocablo no tiene estructura arábiga, y sólo en griego se le halla una etimología. Sabido es que los chinos conocieron las propiedades de la aguja magnética desde los albores de la era cristiana, desde donde su conocimiento pudo trasmitirse a Europa por el Golfo Pérsico o el Mar Rojo, traído por los árabes y los cruzados. En todo caso, Jacques de Vitry, Histoire de Jérusalem (1218; Jal, p. 62), atestigua el uso del imán por los navegantes, y varios autores del S. XIII (ibíd., pp. 81b, 964a) documentan el procedimiento de poner el imán flotando sobre un trozo de caña, paja o corcho. En el paso de esta invención por las tierras de cultura griega recibiría su nombre, que desde allí se trasmitió por Italia en la forma calamita, y por conducto del árabe y el catalán en la forma caramida; para el cambio arabizante de -l- en -r-, vid. los ejemplos que reuní en BDC XXIV, 76. Vid. además FBW II, 54; Jal, 326-7; y especialmente el artículo de Vidos, Parole Marin., 267-72. Este artículo meritorio ha aclarado ciertos puntos de la cuestión, mas no es probable su teoría de que el vocablo se creara en Italia, donde -ita no funciona como sufijo vivo1.

1 Claro está que no puede aceptarse su hipótesis de que sirviera de modelo el nombre del styrax calamites, it. antic. calamita, clase de resina conservada en canutos, pues se trata de un término de farmacéuticos, poco popular. Lo mismo si partimos de κάλαμος en el sentido de ‘caña’ que en el de ‘paja’ (teniendo en cuenta que según Guyot de Provins el imán se hacía flotar sobre una paja), ambas acs. son más comunes y vulgares en griego que en italiano. La teoría de la creación italiana, sólo podría salvarse si se demostrara que el vocablo lo forjaron en esta península eruditos conocedores del griego, y no marineros, como reconoce Vidos (p. 271). Lo que sí fué italiano es la idea posterior de encerrar el imán en una cajita, bussola ( > brújula). El gr. καλαμίτƓσ ‘imán que flota en una caña’, fué, por una parte, romanizado en calamita ( > b. gr. καλαμίτα) y, por la otra, arabizado en qaramîƫ, cuya fecha antiquísima no se compaginaría con una procedencia italiana. Como sucedió en otras tantas ocasiones una invención extranjera fué divulgada y aun quizá perfeccionada por los italianos, de donde luego la forma griega italianizante καλαμίτα.