CARAMIDA, ‘imán’, ‘brújula’, ant., del gr. καλαμίτƓς, adj., ‘relativo a la caña’, nombre dado al imán porque en la Edad Media, antes de la invención de la brújula, lo ponían los navegantes sobre un trozo de caña para que flotara libremente en un vaso de agua marcando el Norte.
1.ª doc.: prínc. S. XV, Santillana.
1 Claro está que no puede aceptarse su hipótesis de que sirviera de modelo el nombre del styrax calamites, it. antic. calamita, clase de resina conservada en canutos, pues se trata de un término de farmacéuticos, poco popular. Lo mismo si partimos de κάλαμος en el sentido de ‘caña’ que en el de ‘paja’ (teniendo en cuenta que según Guyot de Provins el imán se hacía flotar sobre una paja), ambas acs. son más comunes y vulgares en griego que en italiano. La teoría de la creación italiana, sólo podría salvarse si se demostrara que el vocablo lo forjaron en esta península eruditos conocedores del griego, y no marineros, como reconoce Vidos (p. 271). Lo que sí fué italiano es la idea posterior de encerrar el imán en una cajita, bussola ( > brújula). El gr. καλαμίτƓσ ‘imán que flota en una caña’, fué, por una parte, romanizado en calamita ( > b. gr. καλαμίτα) y, por la otra, arabizado en qaramîƫ, cuya fecha antiquísima no se compaginaría con una procedencia italiana. Como sucedió en otras tantas ocasiones una invención extranjera fué divulgada y aun quizá perfeccionada por los italianos, de donde luego la forma griega italianizante καλαμίτα. ↩