CAMPECHANO, ‘afable, dispuesto para cualquier broma o diversión’, probablemente del gentilicio campechano ‘habitante de Campeche, estado de la República Mejicana’.

1.ª doc.: Pichardo, 1836 (ed. de 1862); Bretón de los Herreros (obras de 1817 a 1867); Acad. 1843, no 1817; J. M. Gutiérrez de Alba, La Flor de la Serranía, Madrid, 1856, p. 4.

Los diccionarios etimológicos suelen derivarlo de campo, por la franqueza e ingenuidad propias de la gente del campo (Monlau, Barcia, Rodríguez Navas). Semánticamente esto sería posible, aunque el campesino pase más comúnmente por huraño que por afable. Pero no es aceptable desde el punto de vista morfológico, pues si bien serían posibles derivados como campuzano, *campizano y aun *campuchano o *campesano, no existen otros ejs. de un elemento formativo -ech-1. El de que los naturales de Campeche se llaman campechanos es, en cambio, un hecho; por lo tanto, sólo podría aceptarse la relación con campo, en el sentido de que este gentilicio fué analizado falsamente en España como derivado de este vocablo, y se le atribuyó entonces un sentido procedente de él; pero el hecho es que en otros idiomas no conozco derivados de campo con este sentido. El DHist. (no el diccionario vulgar) admite una ac. ‘ingenuo, sencillo, popular’ documentándola con dos ejs. de campechano debidos a los andaluces Fernán Caballero y Juan Valera, pero el contexto está lejos de ser claro y permitiría entenderlos en la ac. corriente: queda la duda de si esta definición se basa en una preocupación etimológica (no está, en todo caso, en los diccionarios de AV y Toro G.).

Én Méjico2 es común la opinión de que el vocablo se explica por el carácter afable de los naturales de Campeche, pero es tan difícil probar como refutar esta apreciación algo subjetiva. Sin embargo, existen varias posibilidades para relacionar semánticamente con el gentilicio. Campeche, notorio en todas partes gracias al palo de su nombre, tenía fama de ser tierra de vida fácil y placentera, como se prueba por uno de los más antiguos escritores coloniales, el andaluz Mateo Rosas de Oquendo, que a fines del S. XVI escribió un «Romance en alabanza de la provincia de Yucatán de Campeche» (Bull. Hisp., 1907, p. 163), enamorado―según escribe Alfonso Reyes, RFE IV, 353―«de aquella tierra fértilísima, donde los frescos airecillos templan el calor del clima».

Los derivados indudables muestran un concepto popular muy conforme con el carácter perezoso y sensual, que suele mirarse como típico de los habitantes de climas tropicales: campechana significa ‘bebida embriagante’ en Méjico y Cuba, ‘hamaca’ en Venezuela (vid. Santamaría, El Provinc. Tabasqueño) y ‘mujer pública’ allí mismo, según la Acad. No era difícil que esta idea general evolucionara semánticamente hasta dar el significado presente. Por otra parte, la riqueza proverbial de los indianos, pudo engendrar la noción de ‘dadivoso’, significado que ha tenido también campechano, según la Acad. (ya. 1884). La primera aparición en Cuba induce a sospechar que el uso apelativo nacería en un país ribereño del Caribe, y de Cuba se extendería a España.

1 Se podría pensar en un italianismo, derivado de campigiano, pues en este idioma existe un sufijo frecuente -igiano (vid., aquí, cortesano). Pero el vocablo italiano sólo designa una especie de adobe y una variedad de ánade.―

2 Campechano ‘afable’ parece ser de uso general en todos los países hispánicos. Además de Méjico y de España, el uso está documentado en Cuba por Pichardo («la persona apuesta, fina, franca, corriente»), e indirectamente por medio del derivado campechanería, en la Argentina, Puerto Rico y Perú (Malaret). Además, camperchano se emplea en Cespedosa de Tormes (RFE XV, 154) y campichano o campochano «popular, muito animoso» es corriente en el portugués de Moncorvo (Tras os Montes: RL XIII, 113). Son variantes secundarias seguramente. Se señala campechanía como especialmente andaluz.