En la
Estoria de Sant Millán, 113
d, se lee como reproche a una persona: «amarguean tos fechos mas que la fuert
calumne» (
I;
calunbre en
A). Trátase de una alusión al amargor del hollín caído en la comida, comp. «amertume peior que
suie ne que fiel» en el
Roman d’Énéas, 8220. En los
Himnos, 1
c,
calumne es sencillamente ‘impureza’ («Veni Creator... / purga los nuestros pechos de la mala
calumne»), y en
Alex., 1821
c, significa lo mismo o bien ‘orín, suciedad que empaña el brillo de un metal’, en sentido figurado («Avedes vuestra tierra quitada de servidumbre, / sodes bien alimpiados de toda la
calumbre»). Lanchetas, seguido por Julia Keller y en parte por el
DHist., dejándose guiar por un parecido engañoso, traducía ‘calumnia’. Los derivados
calumbrecerse y
calumbriento aseguran la existencia de la ac. secundaria ‘orín’, se cita también un gall.
calume ‘orín’
1, y numerosas formas dialectales del Norte de Italia demuestran que
CALIGO (o su
variante
*CALUGO) tomó en romance el significado ‘hollín’, formas que van desde el venec.
kalúȤene hasta el valdense
kalûȤu (vid.
FEW II, 91
b). El tránsito semántico pudo hacerse a través de la idea de ‘cosa oscura’, envuelta en el lat.
CALIGO ‘tinieblas’, o más bien partiendo de la ac. ‘vapor espeso’, ‘humo’ y de aquí ‘hollín’. El mismo cambio de sufijo observamos en
herrumbre frente al lat.
FERRȢGO (port.
ferrugem) o
*FERRզGO (cast.
herrín, cat.
ferritja), en el fr.
enclume junto a oc. y cat. piren.
enclutge ‘yunque’ de
INCȢDէNEM, y algo parecido tenemos en los numerosísimos casos de sustitución del lat.
-UDINEM por cast.
-umbre (CONSUETUDO >
costumbre, etc.). Indicó ya esta etimología Schuchardt,
ZRPh. XXVII, 614. Parodi,
Rom. XVII, 58, había propuesto
*CUM-RUBRESCERE ‘volverse rojizo’ como etimología de
calumbrecer, pero ya M-L. (
ZRPh. XII, 559) le objetó el antiguo
calumne. No está a mi alcance la nota de G. de Diego,
Misc.
Etimológica, 5, 16.