CALER, impersonal, ant. y arag., ‘importar, convenir’, del lat. CALୱRE ‘estar caliente’, también ‘estar en un aprieto’, ‘hallarse en actividad’, ‘ser urgente’, ‘intensificarse’.
El uso de
caler, que empieza a hacerse menos frecuente desde el S. XIV, tendiendo a restringirse a la frase negativa (
no le cale), es ya raro en el S. XVI, y en Cervantes y contemporáneos sólo se halla esporádicamente, en versos o en frases de evidente corte arcaico o dialectal, vid. Cuervo,
Dicc. II, 37-38; ya en tiempo del marqués de Santillana había envejecido, pues el copista que ejecutó para el Marqués la copia de la
1.ª Crón.
Gral, sustituye sistemáticamente
caler por
cumplir (M. P.,
Inf.
de Lara, 227.18). Hoy sobrevive en aragonés y en judeoespañol (Yahuda,
RFE II, 353; M. L. Wagner,
RFE X, 238-9). La corriente lingüística que tendía a eliminar
caler, se propagó de Oeste a Este (donde el vocablo es todavía bien vivo en catalán), pues si bien
cal se halla todavía en textos gallegoportugueses de la época primitiva, como las
Cantigas, el
Canc. de la Vaticana, la
Demanda do Santo Graal y aun el
Canc. de D. Denís, nótase que Gil Vicente y Sá de Miranda lo emplean escribiendo en castellano, no en su idioma natal (vid. Lang,
Canc. de D.
Denís, p. 113). El uso latino de
CALୱRE para ‘intensificarse’ (
indicia calent, etc.), está en relación con el opuesto de
refrigescere o
frigere, en el sentido de ‘ceder en importancia’ (Hofmann,
Latein.
Umgangssprache, § 137). Para la evolución semántica, V. también Kjellman,
Neuphil.
Mitt. XXI, 43-65. En otros romances tenemos cat.
caldre o
caler ‘ser preciso’, oc.
caler íd., fr. antic.
chaloir ‘importar’; it. antic.
calere íd.
En la Edad Media es frecuente la combinación m’incal, le incal1 (no existe un infinitivo *incaler o *incalar que registran algunos diccionarios), resultante de la aglutinación del adverbio-pronombre ende, end, con el verbo caler; ante el grupo complejo nd’c la vocal e pasó a i (como en mintroso ‘mentiroso’, sintrá ‘sentirá’, cat. y oc. ins o dins DE էNTUS), pero también se halla t’en cal (Alex. O, 397); se trata principalmente de frases negativas como no m’incal, poco l’incala, equivalentes de las cat.-oc. no me’n cal, no li’n cala, y no de un verbo derivado INCALୱRE, según admiten Cuervo, M. P., etc.